El trastorno afectivo estacional, que es más común en otoño, también puede manifestarse en primavera. Esta condición se da cuando tenemos sentimientos depresivos sin motivo aparente, y que pueden estar relacionados con los cambios estacionales notorios. Descripción general El trastorno afectivo estacional es un tipo de depresión relacionado con los cambios de estación. El trastorno afectivo estacional comienza y finaliza aproximadamente en la misma época cada año. Si eres como la mayoría de las personas con este trastorno afectivo estacional, tus síntomas comienzan en otoño y continúan durante los meses de invierno y, durante este período, tienes menos energía y te sientes de mal humor. Los síntomas suelen desaparecer durante los meses de primavera y verano. Con menor frecuencia, el trastorno afectivo estacional causa depresión en la época de primavera o al comienzo del verano y desaparece durante los meses de otoño e invierno. El tratamiento para el trastorno afectivo estacional puede comprender terapia lumínica (fototerapia), psicoterapia y medicamentos. No ignores ese sentimiento que tienes todos los años, considerándolo un simple caso de depresión de invierno o bajón estacional con el que tienes que lidiar tú solo. Toma medidas para mantener tu estado de ánimo y tu motivación estables durante todo el año. Síntomas En la mayoría de los casos, los síntomas del trastorno afectivo estacional aparecen a fines de otoño o a principios del invierno y desaparecen durante los días de primavera y verano, más soleados. En raras ocasiones, algunas personas exhiben un patrón opuesto y sus síntomas comienzan en verano o primavera. En cualquiera de los casos, los síntomas pueden ser leves al principio y agravarse a medida que avanza la estación. Los signos y síntomas del trastorno afectivo estacional pueden incluir los siguientes: Sentirse apático, triste o decaído gran parte del día, casi todos los días Perder el interés en actividades que solías disfrutar Tener poca energía y sentirse aletargado Dormir demasiado Sentir antojos por consumir carbohidratos, comer en exceso y subir de peso Tener dificultad para concentrarse Sentirse desesperanzado, inútil o tener sentimientos de culpa Comenzar a sentir que ya no quieres vivir Trastorno afectivo estacional de otoño e invierno Los síntomas específicos del trastorno afectivo estacional de inicio en invierno, a veces llamado depresión de invierno, incluyen los siguientes: Exceso de sueño Cambios de apetito, especialmente un antojo por consumir alimentos ricos en hidratos de carbono Aumento de peso Cansancio o falta de energía Trastorno afectivo estacional de primavera y verano Los síntomas específicos del trastorno afectivo estacional de inicio en verano, llamado también depresión de verano, pueden incluir los siguientes: Problemas para dormir (insomnio) Falta de apetito Pérdida de peso Agitación o ansiedad Mayor irritabilidad Los cambios estacionales y el trastorno bipolar Las personas con trastorno bipolar presentan un mayor riesgo de sufrir trastorno afectivo estacional. En el caso de algunas personas con trastorno bipolar, los episodios de manía pueden estar vinculados a una estación específica. Por ejemplo, la primavera y el verano pueden provocar síntomas de manía o una forma menos intensa de manía (hipomanía), ansiedad, agitación e irritabilidad. Estas personas también pueden sufrir depresión durante los meses de invierno y otoño. Causas Todavía se desconoce la causa específica del trastorno afectivo estacional. Algunos de los posibles factores incluyen los siguientes: Tu reloj biológico (ritmos circadianos). La reducción de los niveles de luz solar en otoño e invierno puede provocar la aparición del trastorno afectivo estacional de inicio en invierno. Esta disminución puede alterar el reloj interno del cuerpo y provocar una sensación de depresión. Niveles de serotonina. Una caída de los niveles de serotonina, una sustancia química cerebral (neurotrasmisor) que afecta el estado de ánimo, podría intervenir en el trastorno afectivo estacional. La reducción de la luz solar puede provocar una caída en los niveles de serotonina y esto, a su vez, puede provocar depresión. Niveles de melatonina. El cambio de estación puede alterar el equilibrio de los niveles de melatonina del cuerpo, una sustancia que interviene en los patrones de sueño y en el estado de ánimo. Factores de riesgo El trastorno afectivo estacional se diagnostica con mayor frecuencia en las mujeres que en los hombres. Además, el trastorno afectivo estacional ocurre con mayor frecuencia en adultos jóvenes que en adultos mayores. Entre los factores que pueden aumentar el riesgo de padecer trastorno afectivo estacional se incluyen los siguientes: Antecedentes familiares. Las personas con trastorno afectivo estacional pueden tener más probabilidades de tener parientes consanguíneos con este trastorno afectivo estacional o con otra forma de depresión. Tener depresión o un trastorno bipolar graves. Si tienes alguno de estos trastornos, los síntomas de la depresión pueden empeorar según la estación. Vivir lejos del ecuador. El trastorno afectivo estacional parece ser más frecuente entre personas que viven bien al norte o al sur del ecuador. Esto puede deberse a una menor cantidad de luz solar durante el invierno y porque los días durante los meses de verano son más largos. Niveles bajos de vitamina D. Cuando la piel se expone a la luz del sol, se produce una cantidad de vitamina D. La vitamina D puede ayudar a potenciar los efectos de la serotonina. Una menor exposición a la luz solar y no recibir una cantidad suficiente de vitamina D a través de los alimentos y otras fuentes pueden dar lugar a niveles bajos de vitamina D en el organismo. Complicaciones Los signos y síntomas del trastorno afectivo estacional deben tomarse en serio. Al igual que sucede con otros tipos de depresión, el trastorno afectivo estacional puede empeorar y ocasionar problemas si no se trata. Estos pueden incluir lo siguiente: Aislamiento social Problemas en la escuela o en el trabajo Abuso de sustancias Otros trastornos de salud mental, como ansiedad o trastornos alimentarios Pensamientos o conductas suicidas Prevención No existe ninguna forma conocida de prevenir el desarrollo de un trastorno afectivo estacional. Sin embargo, si tomas medidas con anticipación para controlar los síntomas, quizás puedas evitar que empeoren con el tiempo. Dado que es posible anticiparse a la época del año en la que pueden aparecer los síntomas, quizás puedas evitar cambios graves en tu estado de ánimo, apetito y niveles de energía. El tratamiento puede ayudar a prevenir complicaciones, en especial, si el trastorno afectivo estacional se diagnostica y se trata antes de que los síntomas empeoren. A algunas personas les resulta útil comenzar el tratamiento antes de que aparezcan los síntomas, generalmente en otoño o invierno, y luego, continúan el tratamiento transcurrido el período cuando los síntomas generalmente desaparecen. Otras personas necesitan un tratamiento continuo para evitar que los síntomas regresen.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha informado de que la depresión es un trastorno mental habitual, más de 300 millones de personas en el mundo lo padecen y se da en más en las mujeres que en los hombres. Es la principal causa mundial de discapacidad y contribuye de forma muy importante a la carga mundial general de morbilidad. ¿Qué es la depresión? No hace referencia a variaciones emocionales o a ser escuetos a la hora de dar respuestas. El Instituto Nacional de Salud Mental (NIMH) lo ha definido como: “un trastorno del estado de ánimo que causa síntomas de angustia, que afectan a la personas en cómo se sienten, piensan y coordinan las actividades diarias, como dormir, comer o trabajar. Para recibir un diagnóstico de depresión, los síntomas deben estar presentes la mayor parte del día, casi todos los días, durante por lo menos dos semanas”. La depresión es una grave enfermedad sobre todo si se padece durante períodos largos, pudiendo llevar incluso al suicidio, acto que ejecutan 800.000 personas cada año, es la segunda causa de muerte entre las personas de 15 a 29 años. Aunque hay tratamientos para esta enfermedad, más de la mitad de la población no toma ningún fármaco para hacer frente a ella, a consecuencia de no haber sido correctamente diagnosticados, entre otras causas. Asimismo, es preciso diferenciar entre trastornos depresivos recurrentes y trastornos afectivos bipolares. Trastorno depresivo recurrente Se da en personas que ya hayan padecido numerosos episodios de depresión que se hayan dado en un período de igual o mayor a dos semanas, en los que se muestren pérdida de interés, del disfrute, disminución de energía que produce a su vez una reducción de la actividad. Una gran cantidad de personas que lo padecen también sufren ansiedad, alteraciones del sueño, del apetito, sentimientos de culpa, baja autoestima o dificultades de concentración. Este tipo de trastornos pueden ser: leves, moderados o graves. Trastorno afectivo bipolar Se desarrollan episodios maníacos y depresivos separados por un estado de ánimo normal. Estos episodios se inician con estado de ánimo elevado o irritable, hiperactividad, logorrea (uso excesivo del habla a consecuencia de un estado de excitación), autoestima excesiva y disminución de la necesidad de dormir. Principales causas de la depresión - Desempleo - Fallecimiento de un allegado - Traumatismos psicológicos - Enfermedades cardiovasculares Principales consecuencias de la depresión - Incremento del estrés - Aumento de la disfunción - Empeoramiento de la situación vital de la persona afectada y su propia depresión - Enfermedades cardiovasculares
Un reciente estudio publicado en JAMA Network Open ha encontrado que las personas que toman semaglutida, ya sea para la diabetes o para la pérdida de peso, reportan más frecuentemente pensamientos suicidas en comparación con quienes usan otros medicamentos. Este hallazgo añade una capa de preocupación a las ya existentes inquietudes sobre los efectos del medicamento en la salud mental. La semaglutida, comercializada como Ozempic para la diabetes y Wegovy para la pérdida de peso, ha ganado popularidad debido a sus beneficios prometedores, que incluyen mejoras en enfermedades renales y cáncer. Sin embargo, el riesgo potencial de problemas de ánimo no es nuevo. En el pasado, medicamentos para la pérdida de peso que alteran el apetito, como el rimonabant, fueron retirados del mercado debido a su asociación con un aumento en el riesgo de suicidio. El estudio reciente se basa en una base de datos global de la Organización Mundial de la Salud que compila informes de eventos adversos. Los investigadores analizaron más de 82,000 informes y encontraron 107 casos de pensamientos suicidas entre pacientes que tomaban semaglutida, en contraste con 162 casos en pacientes que tomaban liraglutida, otro medicamento similar pero más antiguo. El riesgo de pensamientos suicidas fue alto en personas que usaban semaglutida, aumento 45% en comparación con otros medicamentos. Los autores del estudio notaron que el riesgo se incrementaba considerablemente en pacientes que también tomaban antidepresivos, sugiriendo una posible interacción entre semaglutida y medicamentos para la depresión. Sin embargo, al excluir estos casos, el riesgo asociado con semaglutida desapareció, lo que podría indicar que la combinación con antidepresivos podría estar influyendo en los resultados. Críticos del estudio, como el Dr. Mahyar Etminan y el profesor Ian Douglas, argumentan que la evidencia presentada es preliminar y no prueba una causalidad directa entre semaglutida y pensamientos suicidas. Los expertos en seguridad de medicamentos sugieren ser cautelosos y tener en cuenta el historial de salud mental de los pacientes al recetar estos medicamentos. La investigación sigue en curso, y mientras tanto, los médicos y pacientes deben considerar cuidadosamente el riesgo y los beneficios de los tratamientos con semaglutida.
La pérdida de la fuerza física, del deseo sexual e incluso de la capacidad de concentración son parte de los síntomas que indican que estamos envejeciendo y que la testosterona ha disminuido. La andropausia se define como la disminución lenta y gradual de la testosterona, lo que se traduce en cambios orgánicos y algunos emocionales. La pérdida de masa muscular, alteraciones del sueño, pérdida del vello genital, irritabilidad, manos y pies fríos, sudoración y estreñimiento son parte de los síntomas a los que hay que estar atentos llegada cierta edad. Cuando el hombre llega a los 40 y hasta los 55 años de edad, puede experimentar un fenómeno similar a la menopausia femenina, denominada andropausia. ¿QUÉ ES? La andropausia es el proceso natural, en el cual las capacidades sexuales del hombre disminuyen con la edad, igual que otras funciones orgánicas. ¿POR QUÉ SE PADECE? Esto se debe a los bajos niveles de testosterona en el organismo. Esta hormona masculina influye en muchas funciones físicas, actúa no solo en los órganos sexuales, también en los huesos, músculos, cerebro, piel y cabello. PRINCIPALES SECUELAS: Irritabilidad Insomnio Ansiedad Depresión Aumento de peso Disminución de la energía Disminución de la libido Disfunción eréctil
Se calcula que anualmente se producen más de 700.000 muertes por suicidio en todo el mundo, y Chile es uno de los países con más casos en Latinoamérica. Si bien los más afectadas son los adultos mayores y los escolares, “ No hay una edad específica en la cual se deba comenzar a hablar sobre el tema; cada niño/a según su etapa del ciclo vital va comprendiendo y conociendo las realidades del mundo según su punto de vista y posibilidades ”, explica Carolina Marfán, psicóloga de la red de colegios Cognita, que cuenta con 17 establecimientos en nuestro país. Por esto, si las familias encuentran la oportunidad conversar sobre esta temática tan difícil, deben hacerlo, dice la especialista. “Escuchando e indagando primeramente qué es lo que sus hijo/as saben sobre el tema y transmitiéndoles la confianza y apertura de que, si en algún momento tienen sentimientos o pensamientos de este estilo, tendrán el apoyo de la familia para poder salir adelante y que cuentan con sus padres”. En ese sentido, Carolina es enfática en señalar que lo importante es enfocar la prevención del suicidio en la promoción de la salud mental y el bienestar desde el punto de vista educativo y el despliegue de estrategias en el hogar. “Los padres y las familias tienen un rol fundamental en la enseñanza del reconocimiento de emociones, la escucha activa, en entregar tiempos de calidad, en el involucramiento en la vida de sus hijos, por ejemplo, conocer sus experiencias, quiénes son sus amigos, sus sueños, miedos, cómo lo pasa en el colegio, etc., y en promover actividades que generen bienestar como la recreación, deportivas, artísticas, sociales”. Pistas directas e indirectas El intento suicida o el suicidio consumado, no ocurre debido a un hecho en particular, sino que hay situaciones “gatillantes” que lo suscitan. De acuerdo con lo planteado por la especialista Paulina del Río, Fundadora de la Fundación José Ignacio, “mientras más pistas y señales se observen, mayor será el riesgo, todas las señales deben tomarse en serio ”. Entre los “gatillantes” más comunes están la expulsión del colegio, la pérdida de una relación importante, la muerte de un familiar, pareja o amigo, en especial si fue por suicidio, el diagnóstico de enfermedad grave o terminal y el miedo a convertirse en una carga para los demás. Respecto a las señales de alerta, la experta explica que éstas pueden ser directas o indirectas. “ Las primeras son cuando el niño/a dice abiertamente “me voy a matar”, “ojalá estuviera muerto, “si (esto o lo otro) no sucede, me voy a suicidar”. Mientras que, en las segundas, expresan “estoy cansado de la vida, ya no puedo seguir adelante”, “mi familia estaría mejor sin mí”, “igual a nadie le importaría si me muero”, “pronto no se van a tener que preocupar más por mí”. Asimismo, hay que estar atentos a otras pistas personales y de conducta que pueden presentar los escolares, como la depresión, la baja tolerancia a la frustración, el aislamiento, hipersensibilidad, perfeccionismo, autoexigencia, el abuso de drogas y alcohol, el despedirse de personas cercanas o escribirlo en redes sociales, regalar objetos preciados o acumular medicamentos. Además de la presencia de los padres, el cómo lo enfocan los colegios es un tema trascendental, ya sea a través de ferias, charlas, campañas, capacitaciones, y manteniendo protocolos actualizados. “ El trabajo debe hacerse a través de la promoción de factores protectores en salud mental y prevención de factores de riesgo a nivel psicosocial ”, complementa la psicóloga de Cognita.
El trastorno afectivo estacional, que es más común en otoño, también puede manifestarse en primavera. Esta condición se da cuando tenemos sentimientos depresivos sin motivo aparente, y que pueden estar relacionados con los cambios estacionales notorios. Descripción general El trastorno afectivo estacional es un tipo de depresión relacionado con los cambios de estación. El trastorno afectivo estacional comienza y finaliza aproximadamente en la misma época cada año. Si eres como la mayoría de las personas con este trastorno afectivo estacional, tus síntomas comienzan en otoño y continúan durante los meses de invierno y, durante este período, tienes menos energía y te sientes de mal humor. Los síntomas suelen desaparecer durante los meses de primavera y verano. Con menor frecuencia, el trastorno afectivo estacional causa depresión en la época de primavera o al comienzo del verano y desaparece durante los meses de otoño e invierno. El tratamiento para el trastorno afectivo estacional puede comprender terapia lumínica (fototerapia), psicoterapia y medicamentos. No ignores ese sentimiento que tienes todos los años, considerándolo un simple caso de depresión de invierno o bajón estacional con el que tienes que lidiar tú solo. Toma medidas para mantener tu estado de ánimo y tu motivación estables durante todo el año. Síntomas En la mayoría de los casos, los síntomas del trastorno afectivo estacional aparecen a fines de otoño o a principios del invierno y desaparecen durante los días de primavera y verano, más soleados. En raras ocasiones, algunas personas exhiben un patrón opuesto y sus síntomas comienzan en verano o primavera. En cualquiera de los casos, los síntomas pueden ser leves al principio y agravarse a medida que avanza la estación. Los signos y síntomas del trastorno afectivo estacional pueden incluir los siguientes: Sentirse apático, triste o decaído gran parte del día, casi todos los días Perder el interés en actividades que solías disfrutar Tener poca energía y sentirse aletargado Dormir demasiado Sentir antojos por consumir carbohidratos, comer en exceso y subir de peso Tener dificultad para concentrarse Sentirse desesperanzado, inútil o tener sentimientos de culpa Comenzar a sentir que ya no quieres vivir Trastorno afectivo estacional de otoño e invierno Los síntomas específicos del trastorno afectivo estacional de inicio en invierno, a veces llamado depresión de invierno, incluyen los siguientes: Exceso de sueño Cambios de apetito, especialmente un antojo por consumir alimentos ricos en hidratos de carbono Aumento de peso Cansancio o falta de energía Trastorno afectivo estacional de primavera y verano Los síntomas específicos del trastorno afectivo estacional de inicio en verano, llamado también depresión de verano, pueden incluir los siguientes: Problemas para dormir (insomnio) Falta de apetito Pérdida de peso Agitación o ansiedad Mayor irritabilidad Los cambios estacionales y el trastorno bipolar Las personas con trastorno bipolar presentan un mayor riesgo de sufrir trastorno afectivo estacional. En el caso de algunas personas con trastorno bipolar, los episodios de manía pueden estar vinculados a una estación específica. Por ejemplo, la primavera y el verano pueden provocar síntomas de manía o una forma menos intensa de manía (hipomanía), ansiedad, agitación e irritabilidad. Estas personas también pueden sufrir depresión durante los meses de invierno y otoño. Causas Todavía se desconoce la causa específica del trastorno afectivo estacional. Algunos de los posibles factores incluyen los siguientes: Tu reloj biológico (ritmos circadianos). La reducción de los niveles de luz solar en otoño e invierno puede provocar la aparición del trastorno afectivo estacional de inicio en invierno. Esta disminución puede alterar el reloj interno del cuerpo y provocar una sensación de depresión. Niveles de serotonina. Una caída de los niveles de serotonina, una sustancia química cerebral (neurotrasmisor) que afecta el estado de ánimo, podría intervenir en el trastorno afectivo estacional. La reducción de la luz solar puede provocar una caída en los niveles de serotonina y esto, a su vez, puede provocar depresión. Niveles de melatonina. El cambio de estación puede alterar el equilibrio de los niveles de melatonina del cuerpo, una sustancia que interviene en los patrones de sueño y en el estado de ánimo. Factores de riesgo El trastorno afectivo estacional se diagnostica con mayor frecuencia en las mujeres que en los hombres. Además, el trastorno afectivo estacional ocurre con mayor frecuencia en adultos jóvenes que en adultos mayores. Entre los factores que pueden aumentar el riesgo de padecer trastorno afectivo estacional se incluyen los siguientes: Antecedentes familiares. Las personas con trastorno afectivo estacional pueden tener más probabilidades de tener parientes consanguíneos con este trastorno afectivo estacional o con otra forma de depresión. Tener depresión o un trastorno bipolar graves. Si tienes alguno de estos trastornos, los síntomas de la depresión pueden empeorar según la estación. Vivir lejos del ecuador. El trastorno afectivo estacional parece ser más frecuente entre personas que viven bien al norte o al sur del ecuador. Esto puede deberse a una menor cantidad de luz solar durante el invierno y porque los días durante los meses de verano son más largos. Niveles bajos de vitamina D. Cuando la piel se expone a la luz del sol, se produce una cantidad de vitamina D. La vitamina D puede ayudar a potenciar los efectos de la serotonina. Una menor exposición a la luz solar y no recibir una cantidad suficiente de vitamina D a través de los alimentos y otras fuentes pueden dar lugar a niveles bajos de vitamina D en el organismo. Complicaciones Los signos y síntomas del trastorno afectivo estacional deben tomarse en serio. Al igual que sucede con otros tipos de depresión, el trastorno afectivo estacional puede empeorar y ocasionar problemas si no se trata. Estos pueden incluir lo siguiente: Aislamiento social Problemas en la escuela o en el trabajo Abuso de sustancias Otros trastornos de salud mental, como ansiedad o trastornos alimentarios Pensamientos o conductas suicidas Prevención No existe ninguna forma conocida de prevenir el desarrollo de un trastorno afectivo estacional. Sin embargo, si tomas medidas con anticipación para controlar los síntomas, quizás puedas evitar que empeoren con el tiempo. Dado que es posible anticiparse a la época del año en la que pueden aparecer los síntomas, quizás puedas evitar cambios graves en tu estado de ánimo, apetito y niveles de energía. El tratamiento puede ayudar a prevenir complicaciones, en especial, si el trastorno afectivo estacional se diagnostica y se trata antes de que los síntomas empeoren. A algunas personas les resulta útil comenzar el tratamiento antes de que aparezcan los síntomas, generalmente en otoño o invierno, y luego, continúan el tratamiento transcurrido el período cuando los síntomas generalmente desaparecen. Otras personas necesitan un tratamiento continuo para evitar que los síntomas regresen.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha informado de que la depresión es un trastorno mental habitual, más de 300 millones de personas en el mundo lo padecen y se da en más en las mujeres que en los hombres. Es la principal causa mundial de discapacidad y contribuye de forma muy importante a la carga mundial general de morbilidad. ¿Qué es la depresión? No hace referencia a variaciones emocionales o a ser escuetos a la hora de dar respuestas. El Instituto Nacional de Salud Mental (NIMH) lo ha definido como: “un trastorno del estado de ánimo que causa síntomas de angustia, que afectan a la personas en cómo se sienten, piensan y coordinan las actividades diarias, como dormir, comer o trabajar. Para recibir un diagnóstico de depresión, los síntomas deben estar presentes la mayor parte del día, casi todos los días, durante por lo menos dos semanas”. La depresión es una grave enfermedad sobre todo si se padece durante períodos largos, pudiendo llevar incluso al suicidio, acto que ejecutan 800.000 personas cada año, es la segunda causa de muerte entre las personas de 15 a 29 años. Aunque hay tratamientos para esta enfermedad, más de la mitad de la población no toma ningún fármaco para hacer frente a ella, a consecuencia de no haber sido correctamente diagnosticados, entre otras causas. Asimismo, es preciso diferenciar entre trastornos depresivos recurrentes y trastornos afectivos bipolares. Trastorno depresivo recurrente Se da en personas que ya hayan padecido numerosos episodios de depresión que se hayan dado en un período de igual o mayor a dos semanas, en los que se muestren pérdida de interés, del disfrute, disminución de energía que produce a su vez una reducción de la actividad. Una gran cantidad de personas que lo padecen también sufren ansiedad, alteraciones del sueño, del apetito, sentimientos de culpa, baja autoestima o dificultades de concentración. Este tipo de trastornos pueden ser: leves, moderados o graves. Trastorno afectivo bipolar Se desarrollan episodios maníacos y depresivos separados por un estado de ánimo normal. Estos episodios se inician con estado de ánimo elevado o irritable, hiperactividad, logorrea (uso excesivo del habla a consecuencia de un estado de excitación), autoestima excesiva y disminución de la necesidad de dormir. Principales causas de la depresión - Desempleo - Fallecimiento de un allegado - Traumatismos psicológicos - Enfermedades cardiovasculares Principales consecuencias de la depresión - Incremento del estrés - Aumento de la disfunción - Empeoramiento de la situación vital de la persona afectada y su propia depresión - Enfermedades cardiovasculares
Un reciente estudio publicado en JAMA Network Open ha encontrado que las personas que toman semaglutida, ya sea para la diabetes o para la pérdida de peso, reportan más frecuentemente pensamientos suicidas en comparación con quienes usan otros medicamentos. Este hallazgo añade una capa de preocupación a las ya existentes inquietudes sobre los efectos del medicamento en la salud mental. La semaglutida, comercializada como Ozempic para la diabetes y Wegovy para la pérdida de peso, ha ganado popularidad debido a sus beneficios prometedores, que incluyen mejoras en enfermedades renales y cáncer. Sin embargo, el riesgo potencial de problemas de ánimo no es nuevo. En el pasado, medicamentos para la pérdida de peso que alteran el apetito, como el rimonabant, fueron retirados del mercado debido a su asociación con un aumento en el riesgo de suicidio. El estudio reciente se basa en una base de datos global de la Organización Mundial de la Salud que compila informes de eventos adversos. Los investigadores analizaron más de 82,000 informes y encontraron 107 casos de pensamientos suicidas entre pacientes que tomaban semaglutida, en contraste con 162 casos en pacientes que tomaban liraglutida, otro medicamento similar pero más antiguo. El riesgo de pensamientos suicidas fue alto en personas que usaban semaglutida, aumento 45% en comparación con otros medicamentos. Los autores del estudio notaron que el riesgo se incrementaba considerablemente en pacientes que también tomaban antidepresivos, sugiriendo una posible interacción entre semaglutida y medicamentos para la depresión. Sin embargo, al excluir estos casos, el riesgo asociado con semaglutida desapareció, lo que podría indicar que la combinación con antidepresivos podría estar influyendo en los resultados. Críticos del estudio, como el Dr. Mahyar Etminan y el profesor Ian Douglas, argumentan que la evidencia presentada es preliminar y no prueba una causalidad directa entre semaglutida y pensamientos suicidas. Los expertos en seguridad de medicamentos sugieren ser cautelosos y tener en cuenta el historial de salud mental de los pacientes al recetar estos medicamentos. La investigación sigue en curso, y mientras tanto, los médicos y pacientes deben considerar cuidadosamente el riesgo y los beneficios de los tratamientos con semaglutida.
La pérdida de la fuerza física, del deseo sexual e incluso de la capacidad de concentración son parte de los síntomas que indican que estamos envejeciendo y que la testosterona ha disminuido. La andropausia se define como la disminución lenta y gradual de la testosterona, lo que se traduce en cambios orgánicos y algunos emocionales. La pérdida de masa muscular, alteraciones del sueño, pérdida del vello genital, irritabilidad, manos y pies fríos, sudoración y estreñimiento son parte de los síntomas a los que hay que estar atentos llegada cierta edad. Cuando el hombre llega a los 40 y hasta los 55 años de edad, puede experimentar un fenómeno similar a la menopausia femenina, denominada andropausia. ¿QUÉ ES? La andropausia es el proceso natural, en el cual las capacidades sexuales del hombre disminuyen con la edad, igual que otras funciones orgánicas. ¿POR QUÉ SE PADECE? Esto se debe a los bajos niveles de testosterona en el organismo. Esta hormona masculina influye en muchas funciones físicas, actúa no solo en los órganos sexuales, también en los huesos, músculos, cerebro, piel y cabello. PRINCIPALES SECUELAS: Irritabilidad Insomnio Ansiedad Depresión Aumento de peso Disminución de la energía Disminución de la libido Disfunción eréctil
Se calcula que anualmente se producen más de 700.000 muertes por suicidio en todo el mundo, y Chile es uno de los países con más casos en Latinoamérica. Si bien los más afectadas son los adultos mayores y los escolares, “ No hay una edad específica en la cual se deba comenzar a hablar sobre el tema; cada niño/a según su etapa del ciclo vital va comprendiendo y conociendo las realidades del mundo según su punto de vista y posibilidades ”, explica Carolina Marfán, psicóloga de la red de colegios Cognita, que cuenta con 17 establecimientos en nuestro país. Por esto, si las familias encuentran la oportunidad conversar sobre esta temática tan difícil, deben hacerlo, dice la especialista. “Escuchando e indagando primeramente qué es lo que sus hijo/as saben sobre el tema y transmitiéndoles la confianza y apertura de que, si en algún momento tienen sentimientos o pensamientos de este estilo, tendrán el apoyo de la familia para poder salir adelante y que cuentan con sus padres”. En ese sentido, Carolina es enfática en señalar que lo importante es enfocar la prevención del suicidio en la promoción de la salud mental y el bienestar desde el punto de vista educativo y el despliegue de estrategias en el hogar. “Los padres y las familias tienen un rol fundamental en la enseñanza del reconocimiento de emociones, la escucha activa, en entregar tiempos de calidad, en el involucramiento en la vida de sus hijos, por ejemplo, conocer sus experiencias, quiénes son sus amigos, sus sueños, miedos, cómo lo pasa en el colegio, etc., y en promover actividades que generen bienestar como la recreación, deportivas, artísticas, sociales”. Pistas directas e indirectas El intento suicida o el suicidio consumado, no ocurre debido a un hecho en particular, sino que hay situaciones “gatillantes” que lo suscitan. De acuerdo con lo planteado por la especialista Paulina del Río, Fundadora de la Fundación José Ignacio, “mientras más pistas y señales se observen, mayor será el riesgo, todas las señales deben tomarse en serio ”. Entre los “gatillantes” más comunes están la expulsión del colegio, la pérdida de una relación importante, la muerte de un familiar, pareja o amigo, en especial si fue por suicidio, el diagnóstico de enfermedad grave o terminal y el miedo a convertirse en una carga para los demás. Respecto a las señales de alerta, la experta explica que éstas pueden ser directas o indirectas. “ Las primeras son cuando el niño/a dice abiertamente “me voy a matar”, “ojalá estuviera muerto, “si (esto o lo otro) no sucede, me voy a suicidar”. Mientras que, en las segundas, expresan “estoy cansado de la vida, ya no puedo seguir adelante”, “mi familia estaría mejor sin mí”, “igual a nadie le importaría si me muero”, “pronto no se van a tener que preocupar más por mí”. Asimismo, hay que estar atentos a otras pistas personales y de conducta que pueden presentar los escolares, como la depresión, la baja tolerancia a la frustración, el aislamiento, hipersensibilidad, perfeccionismo, autoexigencia, el abuso de drogas y alcohol, el despedirse de personas cercanas o escribirlo en redes sociales, regalar objetos preciados o acumular medicamentos. Además de la presencia de los padres, el cómo lo enfocan los colegios es un tema trascendental, ya sea a través de ferias, charlas, campañas, capacitaciones, y manteniendo protocolos actualizados. “ El trabajo debe hacerse a través de la promoción de factores protectores en salud mental y prevención de factores de riesgo a nivel psicosocial ”, complementa la psicóloga de Cognita.