En Chile, temas de salud mental lideran licencias médicas por lo que el desafío de los empleadores es implementar programas de bienestarque apoyen a trabajadores agotados, estresados o con la sensación de que sus vacaciones no son suficientes. El mundo está inmerso en una “metacrisis”, fenómeno que se da cuando un conjunto de crisis interconectadas como la sensación de inseguridad, el aumento del costo de la vida, los conflictos geopolíticos y la aceleración tecnológica, convergen impactando tanto a la salud mental como al bienestar global. No cabe duda de que estamos en medio de un “tsunami” que expertos acuñan con el término “recesión emocional”. Recesión emocional e incertidumbre Según el reporte “State of the Heart 2024”, de Six Seconds, -el estudio más grande que mide la inteligencia emocional en organizaciones de 160 países-, hemos entrado en una “recesión emocional”, caracterizada por presentar altos niveles de agotamiento y bajo nivel de bienestar, el que alcanzó un mínimo histórico, descendiendo un 5.3% en los últimos cuatro años. Esta “metacrisis” también deja consecuencias en Chile: informes del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, dan cuenta que en nuestro país aumentaron emociones negativas implosivas –que conducen al retraimiento individual– como la preocupación y el miedo, el que se quintuplicó. Así mismo, disminuyó la esperanza y se posicionó la incertidumbre como la emoción predominante en el país. En nuestros lugares de trabajo, la recesión emocional se manifiesta en mayores niveles de agotamiento, menor compromiso e insatisfacción laboral. “Observamos que esta crisis ocurre por la dificultad que están teniendo las organizaciones para comprender y gestionar los cambios en las dinámicas laborales y por no adaptarse rápido a éstos. Muchas de ellas, aún ven las competencias esenciales (conocidas como competencias “blandas”) como accesorias o de bajo valor, ignorando que dichas habilidades, como la inteligencia emocional, son claves para conseguir resultados y sostenerlos en el tiempo. En Chile, existe un choque fuerte entre la presión hacia la productividad y la falta de espacios necesarios para el bienestar. Vincular a la salud mental y su relación con la eficiencia sigue siendo un desafío, pero es esencial abordarlo con una mirada técnica y profesional. La falta de atención a la insatisfacción de las personas genera malestar, falta de compromiso y menor productividad”, afirma Shenyin Loo Valdés, psicólogo organizacional, coach y director de desarrollo de personas de MétodoConsultores. Al igual que en una recesión económica, una recesión emocional puede salirse de control si no se atiende, con importantes consecuencias no sólo para las personas, sino también para las organizaciones. El estrés crónico en el trabajo genera síntomas físicos y psicológicos que podrían derivar en un “burnout” o “síndrome de desgaste profesional”, el que está recientemente incorporado en la clasificación internacional de enfermedades por la Organización Mundial de la Salud y que según el último reporte de laborum.com, en Chile afecta al 89% de los trabajadores. Salud mental de los trabajadores chilenos La salud mental, entendida de manera amplia como bienestar emocional o psicosocial, se ha constituido en una de las principales preocupaciones de las personas en Chile y para las autoridades en uno de los mayores desafíos. En 2024 el ministerio de salud lanzó la campaña “Es tiempo de priorizar la salud mental en los lugares de trabajo”. El efecto de esta y otras iniciativas en los entornos laborales es de vital trascendencia, ya que, la principal causa de licencias médicas en nuestro país son los trastornos mentales con un 32%, lo que generó que en 2023 el 61,4% del gasto por subsidio por incapacidad laboral se concentrara en estos diagnósticos. “El agotamiento es un fenómeno multifactorial, pero en Chile destaca una dinámica laboral exigente y estilos de liderazgo que requieren aprender a integrar la eficiencia y el bienestar en el trabajo. A pesar de instaurar las 40 horas, seguimos priorizando la productividad y el sobreesfuerzo sobre el trabajo inteligente, con un ritmo acelerado, desordenado y con resultados deficientes. Los liderazgos son claves para gestionar el estrés, pero a menudo lo amplifican. Además, muchos trabajadores carecen de habilidades para manejar el agotamiento, organizar tareas, poner límites o regularse emocionalmente, lo que se amplifica en organizaciones que no consideran a las personas y equipos en la proyección de crecimiento”, añade el psicólogo laboral Shenyin Loo Valdés. Protocolo de vigilancia de riesgos psicosociales en el trabajo del Minsal. En Chile, la forma de evaluar los agentes de riesgo que pueden generar esta sintomatología es el Protocolo de Vigilancia de Riesgos Psicosociales que, si bien es de aplicación obligatoria en todos los lugares de trabajo de más de 10 trabajadores desde 2013, ha tenido una lenta puesta en marcha. El cuestionario de Evaluación Ambiental Laboral – Salud Mental CEAL-SM no solo busca medir para evaluar el estrés en el trabajo, sino también tiene una labor preventiva sobre este riesgo. “Hay informes de la Asociación Chilena y la Mutual de Seguridad que dan cuenta que hoy la mayor parte de las enfermedades de salud mental en Chile son por liderazgos disfuncionales; encabezados por líderes autocráticos o muy permisivos que propician entornos laborales tóxicos o perjudiciales para el crecimiento de los equipos o que tienen conductas hostiles. Si bien la Ley Karin viene a regular esta situación, debemos recordar que el principal enfoque de esta ley es preventivo, por lo que debemos capacitar a las jefaturas para que lideren esta transformación centrados en las personas y sus relaciones laborales. Hoy tenemos estilos de liderazgo que están sólo evaluando los resultados, mirando las tareas y objetivos, más que las dinámicas de las personas y los equipos de trabajo, y esto ocurre porque esas jefaturas no cuentan con las habilidades necesarias para manejar esta nueva realidad altamente compleja”, señala el experto en psicología laboral. ¿Qué pueden hacer las organizaciones? De a poco las organizaciones están cambiando la mirada respecto al bienestar laboral, los datos apuntan a que: “un trabajo saludable es clave para prevenir el estrés, depresión y ansiedad y que estas enfermedades impactan directamente en la productividad de las personas”. Un estudio científico publicado en la revista Molecular Psychiatry afirma que, si se minimizara el estrés laboral, podrían reducirse un 18 por ciento los casos de trastornos depresivos. “Las organizaciones necesitan metodologías concretas y personalizadas para abordar el bienestar de forma integral, identificando las dimensiones que afectan la salud mental en el trabajo. El cuestionario CEAL-SM es útil para el diagnóstico, pero luego hay que generar programas que apunten a cambiar dinámicas en los equipos de trabajo. Acciones aisladas como, por ejemplo, las charlas no bastan sin un enfoque que detecte y aborde las variables que generan malestar y, de esta forma, generar planes de acción eficaces y monitoreables en el tiempo”, finaliza Shenyin Loo Valdés.
El último estudio de Laborum 2024, arrojó que el 89% de trabajadores chilenos experimentan «síndrome de burnout«, caracterizado por altos niveles de agotamiento emocional, y de estrés que incide en una disminución de la productividad, y en el bienestar laboral, afectando como consecuencia la salud mental y física de las personas. La especialista en Psicología Organizacional y docente de la carrera de Psicología de la Universidad de O’Higgins (UOH), Alejandra Pallamar, explica que el burnout se genera producto de la vivencia o acumulación crónica de estrés. No obstante, la experta advierte que «no se puede concluir que las personas estén experimentando realmente el síndrome o trastorno del burnout propiamente dicho, debido que el instrumento utilizado para hacer la indagación, no es el específico para diagnosticar esta condición, aunque sí explora diversas sintomatologías asociadas al desinterés en el trabajo, distanciamiento emocional, cansancio crónico y el agotamiento constante». Aclara que el burnout es un tipo de fatiga crónica y grave, que se genera gracias al aumento de estrés laboral o ‘desgaste profesional’, como lo acuñaron los psicólogos americanos Freudenberger y Maslach en los años 70 y 80, que -en principio- se relacionó a trabajos en servicios sociales que implicaban vincularse emocionalmente con personas, con mucha dedicación, compromiso y poca retribución. Cifras en crecimiento Para la experta, esta cifra es igual de alarmante, más allá de que haya sido producto de un diagnóstico relacionado al desgaste excesivo que afectan las condiciones laborales en Chile. “Los números coinciden con cifras previas respecto de otras mediciones del estrés en el país, y en el mundo que muestran un aumento sistemático, especialmente después del 2018. Hay que recordar que ya en la Encuesta Nacional de Condiciones de Empleo, Trabajo y Salud (ENET, 2011) los principales síntomas asociados al trabajo en Chile serían la fatiga, dolores de cabeza, trastornos del sueño, tensión e irritabilidad”, destaca Pallamar. La psicóloga señala que existen otros indicadores relevantes, como es el aumento de las enfermedades profesionales relacionadas con la salud mental, que en 2022 y 2023 representaron más del 60% del total, un notable aumento respecto al 41% en 2014. Advierte que este cambio refleja que los trastornos mentales, no son, solo una preocupación laboral, sino también una urgencia social, puesto que constituyen la principal causa de licencias médicas, desplazando a condiciones físicas como problemas osteomusculares o respiratorias que existieron en el pasado. “Estas alertas nos están llegando hace ya varios años, y el mensaje principal es que no van a desaparecer por si solas, por lo que habría que hacer cambios inmediatos para evitar una mayor implosión. Para ello se requiere tener sentido de urgencia y acción, considerando que las vivencias del estrés son muy debilitantes de la vida laboral y de la productividad en los países desarrollados o en vías de desarrollo”. Atender las causas A este respecto, Pallamar sugiere activar de forma permanente los mecanismos que Chile tiene para mitigar este tipo de afectaciones y sus repercusiones en la salud metal, como el Cuestionario de Evaluación Ambiental Laboral – Salud Mental (CEAL-SM), que es esencial para evaluar el estrés en el trabajo. Sin embargo, a menudo se utiliza de forma aislada, por lo que la clave es aplicarlos de forma continua y adaptada a cada empresa, permitiendo soluciones sostenibles y efectivas que beneficien a trabajadores, trabajadoras y a las organizaciones. «También debemos abordar los puntos críticos que sabemos que están en el origen de estas experiencias, y sus principales causas de estrés laboral, como la sobrecarga, el desbalance trabajo-vida, el conflicto en el trabajo, clima hostil, falta de apoyo social, liderazgos disfuncionales y cultura organizacional estresante, así como las retribuciones y reconocimientos, respecto de lo que entregan las personas», concluye Pallamar.
En Chile, temas de salud mental lideran licencias médicas por lo que el desafío de los empleadores es implementar programas de bienestarque apoyen a trabajadores agotados, estresados o con la sensación de que sus vacaciones no son suficientes. El mundo está inmerso en una “metacrisis”, fenómeno que se da cuando un conjunto de crisis interconectadas como la sensación de inseguridad, el aumento del costo de la vida, los conflictos geopolíticos y la aceleración tecnológica, convergen impactando tanto a la salud mental como al bienestar global. No cabe duda de que estamos en medio de un “tsunami” que expertos acuñan con el término “recesión emocional”. Recesión emocional e incertidumbre Según el reporte “State of the Heart 2024”, de Six Seconds, -el estudio más grande que mide la inteligencia emocional en organizaciones de 160 países-, hemos entrado en una “recesión emocional”, caracterizada por presentar altos niveles de agotamiento y bajo nivel de bienestar, el que alcanzó un mínimo histórico, descendiendo un 5.3% en los últimos cuatro años. Esta “metacrisis” también deja consecuencias en Chile: informes del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, dan cuenta que en nuestro país aumentaron emociones negativas implosivas –que conducen al retraimiento individual– como la preocupación y el miedo, el que se quintuplicó. Así mismo, disminuyó la esperanza y se posicionó la incertidumbre como la emoción predominante en el país. En nuestros lugares de trabajo, la recesión emocional se manifiesta en mayores niveles de agotamiento, menor compromiso e insatisfacción laboral. “Observamos que esta crisis ocurre por la dificultad que están teniendo las organizaciones para comprender y gestionar los cambios en las dinámicas laborales y por no adaptarse rápido a éstos. Muchas de ellas, aún ven las competencias esenciales (conocidas como competencias “blandas”) como accesorias o de bajo valor, ignorando que dichas habilidades, como la inteligencia emocional, son claves para conseguir resultados y sostenerlos en el tiempo. En Chile, existe un choque fuerte entre la presión hacia la productividad y la falta de espacios necesarios para el bienestar. Vincular a la salud mental y su relación con la eficiencia sigue siendo un desafío, pero es esencial abordarlo con una mirada técnica y profesional. La falta de atención a la insatisfacción de las personas genera malestar, falta de compromiso y menor productividad”, afirma Shenyin Loo Valdés, psicólogo organizacional, coach y director de desarrollo de personas de MétodoConsultores. Al igual que en una recesión económica, una recesión emocional puede salirse de control si no se atiende, con importantes consecuencias no sólo para las personas, sino también para las organizaciones. El estrés crónico en el trabajo genera síntomas físicos y psicológicos que podrían derivar en un “burnout” o “síndrome de desgaste profesional”, el que está recientemente incorporado en la clasificación internacional de enfermedades por la Organización Mundial de la Salud y que según el último reporte de laborum.com, en Chile afecta al 89% de los trabajadores. Salud mental de los trabajadores chilenos La salud mental, entendida de manera amplia como bienestar emocional o psicosocial, se ha constituido en una de las principales preocupaciones de las personas en Chile y para las autoridades en uno de los mayores desafíos. En 2024 el ministerio de salud lanzó la campaña “Es tiempo de priorizar la salud mental en los lugares de trabajo”. El efecto de esta y otras iniciativas en los entornos laborales es de vital trascendencia, ya que, la principal causa de licencias médicas en nuestro país son los trastornos mentales con un 32%, lo que generó que en 2023 el 61,4% del gasto por subsidio por incapacidad laboral se concentrara en estos diagnósticos. “El agotamiento es un fenómeno multifactorial, pero en Chile destaca una dinámica laboral exigente y estilos de liderazgo que requieren aprender a integrar la eficiencia y el bienestar en el trabajo. A pesar de instaurar las 40 horas, seguimos priorizando la productividad y el sobreesfuerzo sobre el trabajo inteligente, con un ritmo acelerado, desordenado y con resultados deficientes. Los liderazgos son claves para gestionar el estrés, pero a menudo lo amplifican. Además, muchos trabajadores carecen de habilidades para manejar el agotamiento, organizar tareas, poner límites o regularse emocionalmente, lo que se amplifica en organizaciones que no consideran a las personas y equipos en la proyección de crecimiento”, añade el psicólogo laboral Shenyin Loo Valdés. Protocolo de vigilancia de riesgos psicosociales en el trabajo del Minsal. En Chile, la forma de evaluar los agentes de riesgo que pueden generar esta sintomatología es el Protocolo de Vigilancia de Riesgos Psicosociales que, si bien es de aplicación obligatoria en todos los lugares de trabajo de más de 10 trabajadores desde 2013, ha tenido una lenta puesta en marcha. El cuestionario de Evaluación Ambiental Laboral – Salud Mental CEAL-SM no solo busca medir para evaluar el estrés en el trabajo, sino también tiene una labor preventiva sobre este riesgo. “Hay informes de la Asociación Chilena y la Mutual de Seguridad que dan cuenta que hoy la mayor parte de las enfermedades de salud mental en Chile son por liderazgos disfuncionales; encabezados por líderes autocráticos o muy permisivos que propician entornos laborales tóxicos o perjudiciales para el crecimiento de los equipos o que tienen conductas hostiles. Si bien la Ley Karin viene a regular esta situación, debemos recordar que el principal enfoque de esta ley es preventivo, por lo que debemos capacitar a las jefaturas para que lideren esta transformación centrados en las personas y sus relaciones laborales. Hoy tenemos estilos de liderazgo que están sólo evaluando los resultados, mirando las tareas y objetivos, más que las dinámicas de las personas y los equipos de trabajo, y esto ocurre porque esas jefaturas no cuentan con las habilidades necesarias para manejar esta nueva realidad altamente compleja”, señala el experto en psicología laboral. ¿Qué pueden hacer las organizaciones? De a poco las organizaciones están cambiando la mirada respecto al bienestar laboral, los datos apuntan a que: “un trabajo saludable es clave para prevenir el estrés, depresión y ansiedad y que estas enfermedades impactan directamente en la productividad de las personas”. Un estudio científico publicado en la revista Molecular Psychiatry afirma que, si se minimizara el estrés laboral, podrían reducirse un 18 por ciento los casos de trastornos depresivos. “Las organizaciones necesitan metodologías concretas y personalizadas para abordar el bienestar de forma integral, identificando las dimensiones que afectan la salud mental en el trabajo. El cuestionario CEAL-SM es útil para el diagnóstico, pero luego hay que generar programas que apunten a cambiar dinámicas en los equipos de trabajo. Acciones aisladas como, por ejemplo, las charlas no bastan sin un enfoque que detecte y aborde las variables que generan malestar y, de esta forma, generar planes de acción eficaces y monitoreables en el tiempo”, finaliza Shenyin Loo Valdés.
El último estudio de Laborum 2024, arrojó que el 89% de trabajadores chilenos experimentan «síndrome de burnout«, caracterizado por altos niveles de agotamiento emocional, y de estrés que incide en una disminución de la productividad, y en el bienestar laboral, afectando como consecuencia la salud mental y física de las personas. La especialista en Psicología Organizacional y docente de la carrera de Psicología de la Universidad de O’Higgins (UOH), Alejandra Pallamar, explica que el burnout se genera producto de la vivencia o acumulación crónica de estrés. No obstante, la experta advierte que «no se puede concluir que las personas estén experimentando realmente el síndrome o trastorno del burnout propiamente dicho, debido que el instrumento utilizado para hacer la indagación, no es el específico para diagnosticar esta condición, aunque sí explora diversas sintomatologías asociadas al desinterés en el trabajo, distanciamiento emocional, cansancio crónico y el agotamiento constante». Aclara que el burnout es un tipo de fatiga crónica y grave, que se genera gracias al aumento de estrés laboral o ‘desgaste profesional’, como lo acuñaron los psicólogos americanos Freudenberger y Maslach en los años 70 y 80, que -en principio- se relacionó a trabajos en servicios sociales que implicaban vincularse emocionalmente con personas, con mucha dedicación, compromiso y poca retribución. Cifras en crecimiento Para la experta, esta cifra es igual de alarmante, más allá de que haya sido producto de un diagnóstico relacionado al desgaste excesivo que afectan las condiciones laborales en Chile. “Los números coinciden con cifras previas respecto de otras mediciones del estrés en el país, y en el mundo que muestran un aumento sistemático, especialmente después del 2018. Hay que recordar que ya en la Encuesta Nacional de Condiciones de Empleo, Trabajo y Salud (ENET, 2011) los principales síntomas asociados al trabajo en Chile serían la fatiga, dolores de cabeza, trastornos del sueño, tensión e irritabilidad”, destaca Pallamar. La psicóloga señala que existen otros indicadores relevantes, como es el aumento de las enfermedades profesionales relacionadas con la salud mental, que en 2022 y 2023 representaron más del 60% del total, un notable aumento respecto al 41% en 2014. Advierte que este cambio refleja que los trastornos mentales, no son, solo una preocupación laboral, sino también una urgencia social, puesto que constituyen la principal causa de licencias médicas, desplazando a condiciones físicas como problemas osteomusculares o respiratorias que existieron en el pasado. “Estas alertas nos están llegando hace ya varios años, y el mensaje principal es que no van a desaparecer por si solas, por lo que habría que hacer cambios inmediatos para evitar una mayor implosión. Para ello se requiere tener sentido de urgencia y acción, considerando que las vivencias del estrés son muy debilitantes de la vida laboral y de la productividad en los países desarrollados o en vías de desarrollo”. Atender las causas A este respecto, Pallamar sugiere activar de forma permanente los mecanismos que Chile tiene para mitigar este tipo de afectaciones y sus repercusiones en la salud metal, como el Cuestionario de Evaluación Ambiental Laboral – Salud Mental (CEAL-SM), que es esencial para evaluar el estrés en el trabajo. Sin embargo, a menudo se utiliza de forma aislada, por lo que la clave es aplicarlos de forma continua y adaptada a cada empresa, permitiendo soluciones sostenibles y efectivas que beneficien a trabajadores, trabajadoras y a las organizaciones. «También debemos abordar los puntos críticos que sabemos que están en el origen de estas experiencias, y sus principales causas de estrés laboral, como la sobrecarga, el desbalance trabajo-vida, el conflicto en el trabajo, clima hostil, falta de apoyo social, liderazgos disfuncionales y cultura organizacional estresante, así como las retribuciones y reconocimientos, respecto de lo que entregan las personas», concluye Pallamar.