En Chile, temas de salud mental lideran licencias médicas por lo que el desafío de los empleadores es implementar programas de bienestarque apoyen a trabajadores agotados, estresados o con la sensación de que sus vacaciones no son suficientes. El mundo está inmerso en una “metacrisis”, fenómeno que se da cuando un conjunto de crisis interconectadas como la sensación de inseguridad, el aumento del costo de la vida, los conflictos geopolíticos y la aceleración tecnológica, convergen impactando tanto a la salud mental como al bienestar global. No cabe duda de que estamos en medio de un “tsunami” que expertos acuñan con el término “recesión emocional”. Recesión emocional e incertidumbre Según el reporte “State of the Heart 2024”, de Six Seconds, -el estudio más grande que mide la inteligencia emocional en organizaciones de 160 países-, hemos entrado en una “recesión emocional”, caracterizada por presentar altos niveles de agotamiento y bajo nivel de bienestar, el que alcanzó un mínimo histórico, descendiendo un 5.3% en los últimos cuatro años. Esta “metacrisis” también deja consecuencias en Chile: informes del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, dan cuenta que en nuestro país aumentaron emociones negativas implosivas –que conducen al retraimiento individual– como la preocupación y el miedo, el que se quintuplicó. Así mismo, disminuyó la esperanza y se posicionó la incertidumbre como la emoción predominante en el país. En nuestros lugares de trabajo, la recesión emocional se manifiesta en mayores niveles de agotamiento, menor compromiso e insatisfacción laboral. “Observamos que esta crisis ocurre por la dificultad que están teniendo las organizaciones para comprender y gestionar los cambios en las dinámicas laborales y por no adaptarse rápido a éstos. Muchas de ellas, aún ven las competencias esenciales (conocidas como competencias “blandas”) como accesorias o de bajo valor, ignorando que dichas habilidades, como la inteligencia emocional, son claves para conseguir resultados y sostenerlos en el tiempo. En Chile, existe un choque fuerte entre la presión hacia la productividad y la falta de espacios necesarios para el bienestar. Vincular a la salud mental y su relación con la eficiencia sigue siendo un desafío, pero es esencial abordarlo con una mirada técnica y profesional. La falta de atención a la insatisfacción de las personas genera malestar, falta de compromiso y menor productividad”, afirma Shenyin Loo Valdés, psicólogo organizacional, coach y director de desarrollo de personas de MétodoConsultores. Al igual que en una recesión económica, una recesión emocional puede salirse de control si no se atiende, con importantes consecuencias no sólo para las personas, sino también para las organizaciones. El estrés crónico en el trabajo genera síntomas físicos y psicológicos que podrían derivar en un “burnout” o “síndrome de desgaste profesional”, el que está recientemente incorporado en la clasificación internacional de enfermedades por la Organización Mundial de la Salud y que según el último reporte de laborum.com, en Chile afecta al 89% de los trabajadores. Salud mental de los trabajadores chilenos La salud mental, entendida de manera amplia como bienestar emocional o psicosocial, se ha constituido en una de las principales preocupaciones de las personas en Chile y para las autoridades en uno de los mayores desafíos. En 2024 el ministerio de salud lanzó la campaña “Es tiempo de priorizar la salud mental en los lugares de trabajo”. El efecto de esta y otras iniciativas en los entornos laborales es de vital trascendencia, ya que, la principal causa de licencias médicas en nuestro país son los trastornos mentales con un 32%, lo que generó que en 2023 el 61,4% del gasto por subsidio por incapacidad laboral se concentrara en estos diagnósticos. “El agotamiento es un fenómeno multifactorial, pero en Chile destaca una dinámica laboral exigente y estilos de liderazgo que requieren aprender a integrar la eficiencia y el bienestar en el trabajo. A pesar de instaurar las 40 horas, seguimos priorizando la productividad y el sobreesfuerzo sobre el trabajo inteligente, con un ritmo acelerado, desordenado y con resultados deficientes. Los liderazgos son claves para gestionar el estrés, pero a menudo lo amplifican. Además, muchos trabajadores carecen de habilidades para manejar el agotamiento, organizar tareas, poner límites o regularse emocionalmente, lo que se amplifica en organizaciones que no consideran a las personas y equipos en la proyección de crecimiento”, añade el psicólogo laboral Shenyin Loo Valdés. Protocolo de vigilancia de riesgos psicosociales en el trabajo del Minsal. En Chile, la forma de evaluar los agentes de riesgo que pueden generar esta sintomatología es el Protocolo de Vigilancia de Riesgos Psicosociales que, si bien es de aplicación obligatoria en todos los lugares de trabajo de más de 10 trabajadores desde 2013, ha tenido una lenta puesta en marcha. El cuestionario de Evaluación Ambiental Laboral – Salud Mental CEAL-SM no solo busca medir para evaluar el estrés en el trabajo, sino también tiene una labor preventiva sobre este riesgo. “Hay informes de la Asociación Chilena y la Mutual de Seguridad que dan cuenta que hoy la mayor parte de las enfermedades de salud mental en Chile son por liderazgos disfuncionales; encabezados por líderes autocráticos o muy permisivos que propician entornos laborales tóxicos o perjudiciales para el crecimiento de los equipos o que tienen conductas hostiles. Si bien la Ley Karin viene a regular esta situación, debemos recordar que el principal enfoque de esta ley es preventivo, por lo que debemos capacitar a las jefaturas para que lideren esta transformación centrados en las personas y sus relaciones laborales. Hoy tenemos estilos de liderazgo que están sólo evaluando los resultados, mirando las tareas y objetivos, más que las dinámicas de las personas y los equipos de trabajo, y esto ocurre porque esas jefaturas no cuentan con las habilidades necesarias para manejar esta nueva realidad altamente compleja”, señala el experto en psicología laboral. ¿Qué pueden hacer las organizaciones? De a poco las organizaciones están cambiando la mirada respecto al bienestar laboral, los datos apuntan a que: “un trabajo saludable es clave para prevenir el estrés, depresión y ansiedad y que estas enfermedades impactan directamente en la productividad de las personas”. Un estudio científico publicado en la revista Molecular Psychiatry afirma que, si se minimizara el estrés laboral, podrían reducirse un 18 por ciento los casos de trastornos depresivos. “Las organizaciones necesitan metodologías concretas y personalizadas para abordar el bienestar de forma integral, identificando las dimensiones que afectan la salud mental en el trabajo. El cuestionario CEAL-SM es útil para el diagnóstico, pero luego hay que generar programas que apunten a cambiar dinámicas en los equipos de trabajo. Acciones aisladas como, por ejemplo, las charlas no bastan sin un enfoque que detecte y aborde las variables que generan malestar y, de esta forma, generar planes de acción eficaces y monitoreables en el tiempo”, finaliza Shenyin Loo Valdés.
Un equipo de neurocientíficos de la Universidad de Gotenburgo, dirigido por Suzanne Dickson y Roger Adan, publicó el estudio “ Psiquiatría nutricional : hacia una mejora de la salud mental mediante lo que se come”. Fue la primera vez que se habló de ese campo y, desde entonces, se estudia de qué manera la conexión entre la alimentación y la salud mental puede tener un impacto significativo en nuestro bienestar emocional. “Uno de los principales retos a la hora de ofrecer recomendaciones dietéticas para mejorar la salud mental es avanzar en el conocimiento de la nutrición personalizada a partir de observaciones”, advirtieron los autores. “La sensibilidad a los problemas de salud mental varía a lo largo de la vida y entre las personas, y en ella influyen los antecedentes genéticos, el entorno cultural y el medio ambiente. Las necesidades nutricionales también difieren a lo largo de la vida”. El trabajo fue publicado por European Neuropsychopharmacology. Según los investigadores, hay algunas áreas donde la relación entre la alimentación y la salud mental es sólida, como el efecto de una dieta cetogénica —alta en grasas y baja en carbohidratos— para tratar a los niños con epilepsia o para mejorar los síntomas de la falta de vitamina B12, como el cansancio, la pérdida de memoria o la depresión. También hallaron evidencia robusta de las ventajas que una dieta mediterránea, basada en vegetales y aceite de oliva, puede aportar a la salud mental, como ofrecer cierta prevención contra la depresión y la ansiedad. En este campo en desarrollo, la nutricionista Mariely Hernández indicó que lo que comemos puede contribuir a mejorar el bienestar emocional. “Los alimentos por sí solos no pueden curar”, advirtió, “pero pueden ser parte de un enfoque integral para mejorar la salud mental ”. Alimentos aliados de la salud mental Hernández mencionó algunos alimentos que se consideran positivos desde la perspectiva de la psiquiatría nutricional : Frutas y verduras: contienen una gran cantidad de antioxidantes, además de una amplia gama de vitaminas y minerales esenciales para el funcionamiento adecuado del cerebro. Los alimentos ricos en vitamina C, como los cítricos, los kiwis y las fresas, pueden ayudar a reducir los niveles de cortisol, la hormona del estrés. Los vegetales contienen una gran cantidad de antioxidantes, además de una amplia gama de vitaminas y minerales esenciales. Un estudio publicado en el British Journal of Health Psychology mostró que los participantes que consumían más frutas y verduras tenían niveles más bajos de estrés y mayor bienestar psicológico en comparación con aquellos que consumían menos. Ácidos grasos omega-3: estas grasas saludables se encuentran principalmente en pescados como el salmón, la caballa y las sardinas. Los omega-3 desempeñan un papel fundamental en la salud cerebral y pueden reducir el riesgo de depresión y otros trastornos del estado de ánimo. Una investigación publicada en el Journal of Clinical Psychiatry encontró que los suplementos de omega-3 mejoran los síntomas en pacientes con depresión grave. Además, aunque se trata de un estudio más antiguo, científicos de la Universidad de Tasmania, en Australia, revelaron que los adolescentes que consumían pescado al menos una vez por semana tenían un 40% menos de probabilidades de depresión. Alimentos ricos en triptófano: se trata de un aminoácido que el cuerpo utiliza para producir serotonina, un neurotransmisor relacionado con el estado de ánimo. Este se puede encontrar en los huevos y los lácteos. Nueces y semillas: son fuentes naturales de triptófano. Las almendras, las nueces de Brasil y las semillas de chía tienen una gran cantidad de ácidos grasos omega-3, proteínas y otros nutrientes beneficiosos para el cerebro. Una investigación realizada en la Universidad de Harvard encontró que las mujeres que consumían cinco o más porciones de nueces a la semana tenían un riesgo significativamente menor de desarrollar depresión. Lo mismo arrojó un estudio realizado entre adultos mayores. Los flavonoides y antioxidantes del chocolate negro pueden mejorar el flujo sanguíneo en el cerebro Chocolate negro: un alto contenido de cacao puede ser beneficioso para la salud mental. El chocolate negro es rico en flavonoides, antioxidantes que pueden mejorar el flujo sanguíneo en el cerebro y promover la producción de endorfinas, las llamadas “hormonas de la felicidad”. Según un estudio publicado en el Journal of Psychopharmacology, el consumo de chocolate negro durante un período de 30 días mejoró el estado de ánimo de los participantes y redujo los síntomas de depresión. Té verde: es conocido por sus múltiples beneficios para la salud y podría tener un efecto positivo en el ánimo. Contiene un aminoácido llamado L-teanina que tiene propiedades relajantes y puede aumentar los niveles de serotonina y dopamina en el cerebro, neurotransmisores asociados con el bienestar y la felicidad. Un estudio de la revista Nutrients encontró que la L-teanina del té verde mejoró la atención y el estado de ánimo en los participantes. Probióticos: los alimentos fermentados, como el yogur, el chucrut y el kimchi, contienen bacterias beneficiosas que promueven una microbiota intestinal saludable. Se ha demostrado que una microbiota equilibrada tiene un impacto positivo en la salud mental, ya que las bacterias intestinales influyen en la producción de neurotransmisores, como la serotonina. Horarios regulares, equilibrio de nutrientes y actividad física Estos son solo algunos ejemplos de alimentos benéficos para la salud mental, respaldados por investigaciones en psiquiatría nutricional. Pero se debe tener en cuenta que la salud mental no se puede atribuir únicamente a la alimentación. El té verde también puede tener un efecto positivo en la salud mental al aumentar los niveles de serotonina y dopamina en el cerebro La frecuencia de nuestras comidas también desempeñan un papel crucial. Los expertos en nutrición recomiendan comer en horarios regulares y evitar saltarse comidas. No comer lo suficiente puede llevarnos a comer en exceso más tarde para compensar; además, sentir hambre puede desencadenar irritabilidad, ira y otros sentimientos negativos que pueden conducir a la depresión y la ansiedad. La nutricionista Hernández enfatizó que es importante tener en cuenta que estos alimentos deben formar parte de una dieta equilibrada y variada. “No se trata de consumir un solo alimento, sino de mantener una nutrición saludable. Además, es fundamental consultar a un profesional de la salud antes de realizar cambios importantes en la dieta, especialmente si se están tratando problemas de salud mental”. También se recomienda la actividad física regular, un sueño adecuado, la gestión del estrés y el apoyo social como herramientas fundamentales para mantener una buena salud mental.
En los últimos años, el uso de teléfonos inteligentes se incrementó de manera exponencial, lo que genera preocupación entre los especialistas sobre su impacto en la salud mental. Un estudio reciente publicado en BMC Medicine demuestra que reducir el tiempo de pantalla a menos de dos horas diarias puede mejorar significativamente el bienestar psicológico. Un ensayo clínico con resultados contundentes Investigadores liderados por Cristobal Pieh y un equipo multidisciplinario llevaron a cabo un ensayo controlado aleatorio con 125 estudiantes sanos. Durante tres semanas, un grupo de participantes limitó su tiempo de pantalla a un máximo de dos horas por día, mientras que otro grupo continuó con su uso habitual. Los resultados evidenciaron mejoras significativas en diversos indicadores de salud mental. Menor estrés: reducción de los niveles de estrés según la escala PSQ. Disminución de síntomas depresivos: se observó un impacto positivo en la escala PHQ-9. Mejor calidad del sueño: evaluada con la escala ISI, los participantes del grupo de reducción de pantalla reportaron un mejor descanso. Mayor bienestar: medido con la escala WHO-5, los participantes informaron una sensación general de mayor bienestar tras la intervención. ¿Causalidad o simple correlación? Uno de los aspectos más relevantes del estudio es que aporta evidencia sobre la relación causal entre el tiempo frente a la pantalla y la salud mental. A diferencia de estudios previos que sólo mostraban una asociación, este ensayo clínico sugiere que reducir el uso del celular podría ser una estrategia efectiva para mejorar el bienestar emocional. Sin embargo, los investigadores advierten que, tras la intervención, los participantes retomaron sus hábitos previos y el tiempo de pantalla volvió a aumentar. Esto indica que se requieren estrategias a largo plazo para sostener los beneficios obtenidos. El impacto del tiempo de pantalla en la salud mental El debate sobre el impacto del uso del smartphone en la salud mental ha cobrado relevancia en los últimos años. Si bien algunas investigaciones han señalado beneficios, como una mayor conexión social y acceso a entretenimiento, otros estudios han vinculado su uso excesivo con problemas psicológicos. Un estudio previo con más de un millón de adolescentes mostró que el aumento del tiempo de pantalla se asocia con un menor bienestar psicológico. Además, se ha encontrado una correlación entre el uso excesivo de redes sociales y una mayor prevalencia de síntomas depresivos y ansiedad. ¿Cómo reducir el tiempo de pantalla de manera efectiva? Para quienes buscan disminuir su dependencia del celular, los expertos recomiendan: Establecer horarios específicos para el uso del smartphone. Usar aplicaciones de control de tiempo para monitorear el consumo de pantalla. Priorizar actividades offline, como el ejercicio o la lectura. Evitar el uso del celular antes de dormir, ya que la luz azul afecta la calidad del sueño.
Las redes sociales se han convertido en una parte integral de la vida moderna, permitiendo a las personas conectarse con amigos y familiares, compartir sus pensamientos y experiencias y mantenerse al día con las últimas noticias y tendencias. Aunque sin duda nos ha traído muchos beneficios, incluida una mayor conexión social, también se les puede asociar con un aumento de la soledad y el aislamiento. Según un estudio reciente de Harvard, el 36% de todos los estadounidenses incluido el 61% de los adultos jóvenes y el 51% de las madres con niños pequeños— sienten una soledad grave. La mayoría de nosotros, de hecho, elegimos Facebook, Instagram, TikTok o Twitter en lugar de tocar guitarra, salir a caminar con un amigo o cantar a toda voz algunas canciones de karaoke. En 2023, la persona promedio pasó cada día dos horas y 31 minutos en las redes sociales. Las plataformas de redes sociales como Facebook, Twitter e Instagram nos permiten mantenernos en contacto con personas que quizás no veamos regularmente. Podemos ponernos al día con viejos amigos, mantenernos en contacto con familiares que viven lejos y conectarnos con personas que comparten nuestros intereses y pasatiempos. Sin embargo, esta conexión virtual no es lo mismo que la interacción cara a cara, que resulta esencial para construir y mantener relaciones cercanas. Si bien podemos estar en contacto con más personas a través de las redes sociales, es posible que nos sintamos menos conectados a ellas que si las viéramos en persona. El problema con las redes sociales es que pueden crear una ilusión de conexión social que no es necesariamente precisa. Podemos tener muchos seguidores o amigos en las redes sociales, pero ¿cuántas de esas conexiones son realmente significativas ? Muchas personas pueden sentir que forman parte de una gran comunidad en línea, pero esto puede ocultar el hecho de que no tienen relaciones cercanas y personales en el mundo físico. Las investigaciones han demostrado que las personas que pasan más tiempo en las redes sociales tienden a tener menos relaciones cercanas y niveles más bajos de apoyo social que las que pasan menos tiempo en estas plataformas. El problema con las redes sociales es que pueden crear una ilusión de conexión social que no es necesariamente precisa. El 64% de los estadounidenses dice que las redes sociales tienen un efecto principalmente negativo en cómo van las cosas en Estados Unidos hoy en día. Las redes sociales también pueden generar sentimientos de envidia y celos, que pueden contribuir a la soledad. Cuando vemos las publicaciones cuidadosamente seleccionadas y editadas de nuestros amigos y conocidos, es fácil sentir que nos estamos perdiendo algo. Podemos sentir que todos los demás están viviendo una vida más emocionante y plena que la nuestra, lo que puede generar sentimientos de insuficiencia y soledad. Las redes sociales pueden crear una sensación de comparación social de la que es difícil escapar, y esto puede ser perjudicial para nuestra salud mental. La soledad no es solo un estado psicológico; también puede tener consecuencias físicas. Las personas crónicamente solas pueden ser más susceptibles a problemas de salud como enfermedades cardíacas, presión arterial alta y sistemas inmunitarios debilitados. También pueden tener un mayor riesgo de depresión y ansiedad. Dadas las posibles consecuencias negativas de la soledad, es importante ser consciente del impacto de las redes sociales en nuestra conexión social. Entonces, ¿qué podemos hacer para mitigar los riesgos de la soledad inducida por las redes sociales? En primer lugar, debemos reconocer que las redes sociales no son un sustituto de la interacción social en la vida real. Si bien puede ser útil para mantenerse en contacto con las personas, no debería ser nuestro único medio de conexión social. Necesitamos esforzarnos por pasar tiempo físicamente con las personas, ya sea para tomar un café o asistir a un evento social. Incluso si no podemos ver a nuestros amigos y familiares con la frecuencia que nos gustaría, aún podemos esforzarnos por mantenernos conectados a través de llamadas telefónicas, chats de video y otras formas de comunicación. También es importante ser conscientes del impacto de las redes sociales en nuestra salud mental. Si nos sentimos celosos o inquietos después de revisar nuestros feeds de redes sociales, es posible que necesitemos alejarnos un poco de estas plataformas. También podemos esforzarnos por seleccionar cuidadosamente nuestro contenido de redes sociales para incluir contenido positivo y alentador en lugar de negativo y desencadenante. Una investigación publicada en el Journal of Social and Clinical Psychology indicó que limitar el tiempo de las personas en aplicaciones sociales como Facebook y Snapchat a diez minutos por día reducía significativamente los sentimientos de soledad y depresión. Según los investigadores, el punto óptimo puede ser de unos 30 minutos o menos por día. Por último, debemos reconocer que la soledad es una experiencia común y que está bien buscar ayuda. Ya sea hablar con un amigo o familiar de confianza, unirse a un grupo social o una organización comunitaria, o buscar ayuda profesional de un terapeuta o consejero.
Un estudio buscó ahondar por primera vez cómo los adolescentes con síntomas depresivos perciben sus relaciones sociales de aceptación y rechazo con sus compañeros. El trabajo, realizado por Diego Palacios, académico del Centro de Investigación en Sociedad y Salud (CISS) de la Universidad Mayor, en colaboración con investigadores de Italia, analizó datos de 275 estudiantes italianos de en promedio 11,8 años para entender estas dinámicas. A través de cuestionarios auto-administrados en tablets durante tres momentos del año académico del hemisferio norte (diciembre de 2015, marzo 2016 y junio 2016), se les preguntó a los escolares de escuelas de Torino sobre sintomatología depresiva y se les pidió identificar a compañeros que les agradaban y desagradaban. Los resultados mostraron que los adolescentes con síntomas depresivos eran menos propensos a aceptar otros y más propensos a rechazar a otros, en comparación con sus pares sin síntomas depresivos. Sin embargo, estudiantes con síntomas depresivos no eran más rechazados ni menos aceptados por sus pares. Novedad de la investigación Estos hallazgos refuerzan la idea de que la depresión podría distorsionar la percepción social, llevando a los adolescentes a exagerar interacciones negativas y minimizar las positivas. Palacios sostuvo que la novedad de este estudio, publicado en la revista “Behavioral Sciences”, es la mirada desde la perspectiva de redes sociales. “Lo que brinda el análisis de redes es un detalle de la percepción de cada estudiante respecto de sus compañeros. En otros estudios, esto se realiza agregadamente, por ejemplo, cómo percibes al resto de tu clase y cómo crees que te percibe tu clase. Pero acá tenemos la percepción de cada estudiante respecto de cada uno de sus compañeros, accediendo a un nivel de detalle mucho mayor respecto a las relaciones de percepción de rechazo y aceptación ”, explicó. Otro de los resultados obtenidos es que aquellos estudiantes con sintomatología depresiva tendían a aceptar más a otros estudiantes con igual condición, pudiendo explicarse por apoyo mutuo o por la percepción de que están excluidos y solo cuentan con estudiantes de igual condición. “Estos hallazgos destacan la importancia de fomentar la creación de vínculos saludables y positivos en este grupo”, comentó Palacios, quien sostuvo que este trabajo abre la puerta para realizar otros estudios con datos de Chile.
En Chile, temas de salud mental lideran licencias médicas por lo que el desafío de los empleadores es implementar programas de bienestarque apoyen a trabajadores agotados, estresados o con la sensación de que sus vacaciones no son suficientes. El mundo está inmerso en una “metacrisis”, fenómeno que se da cuando un conjunto de crisis interconectadas como la sensación de inseguridad, el aumento del costo de la vida, los conflictos geopolíticos y la aceleración tecnológica, convergen impactando tanto a la salud mental como al bienestar global. No cabe duda de que estamos en medio de un “tsunami” que expertos acuñan con el término “recesión emocional”. Recesión emocional e incertidumbre Según el reporte “State of the Heart 2024”, de Six Seconds, -el estudio más grande que mide la inteligencia emocional en organizaciones de 160 países-, hemos entrado en una “recesión emocional”, caracterizada por presentar altos niveles de agotamiento y bajo nivel de bienestar, el que alcanzó un mínimo histórico, descendiendo un 5.3% en los últimos cuatro años. Esta “metacrisis” también deja consecuencias en Chile: informes del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, dan cuenta que en nuestro país aumentaron emociones negativas implosivas –que conducen al retraimiento individual– como la preocupación y el miedo, el que se quintuplicó. Así mismo, disminuyó la esperanza y se posicionó la incertidumbre como la emoción predominante en el país. En nuestros lugares de trabajo, la recesión emocional se manifiesta en mayores niveles de agotamiento, menor compromiso e insatisfacción laboral. “Observamos que esta crisis ocurre por la dificultad que están teniendo las organizaciones para comprender y gestionar los cambios en las dinámicas laborales y por no adaptarse rápido a éstos. Muchas de ellas, aún ven las competencias esenciales (conocidas como competencias “blandas”) como accesorias o de bajo valor, ignorando que dichas habilidades, como la inteligencia emocional, son claves para conseguir resultados y sostenerlos en el tiempo. En Chile, existe un choque fuerte entre la presión hacia la productividad y la falta de espacios necesarios para el bienestar. Vincular a la salud mental y su relación con la eficiencia sigue siendo un desafío, pero es esencial abordarlo con una mirada técnica y profesional. La falta de atención a la insatisfacción de las personas genera malestar, falta de compromiso y menor productividad”, afirma Shenyin Loo Valdés, psicólogo organizacional, coach y director de desarrollo de personas de MétodoConsultores. Al igual que en una recesión económica, una recesión emocional puede salirse de control si no se atiende, con importantes consecuencias no sólo para las personas, sino también para las organizaciones. El estrés crónico en el trabajo genera síntomas físicos y psicológicos que podrían derivar en un “burnout” o “síndrome de desgaste profesional”, el que está recientemente incorporado en la clasificación internacional de enfermedades por la Organización Mundial de la Salud y que según el último reporte de laborum.com, en Chile afecta al 89% de los trabajadores. Salud mental de los trabajadores chilenos La salud mental, entendida de manera amplia como bienestar emocional o psicosocial, se ha constituido en una de las principales preocupaciones de las personas en Chile y para las autoridades en uno de los mayores desafíos. En 2024 el ministerio de salud lanzó la campaña “Es tiempo de priorizar la salud mental en los lugares de trabajo”. El efecto de esta y otras iniciativas en los entornos laborales es de vital trascendencia, ya que, la principal causa de licencias médicas en nuestro país son los trastornos mentales con un 32%, lo que generó que en 2023 el 61,4% del gasto por subsidio por incapacidad laboral se concentrara en estos diagnósticos. “El agotamiento es un fenómeno multifactorial, pero en Chile destaca una dinámica laboral exigente y estilos de liderazgo que requieren aprender a integrar la eficiencia y el bienestar en el trabajo. A pesar de instaurar las 40 horas, seguimos priorizando la productividad y el sobreesfuerzo sobre el trabajo inteligente, con un ritmo acelerado, desordenado y con resultados deficientes. Los liderazgos son claves para gestionar el estrés, pero a menudo lo amplifican. Además, muchos trabajadores carecen de habilidades para manejar el agotamiento, organizar tareas, poner límites o regularse emocionalmente, lo que se amplifica en organizaciones que no consideran a las personas y equipos en la proyección de crecimiento”, añade el psicólogo laboral Shenyin Loo Valdés. Protocolo de vigilancia de riesgos psicosociales en el trabajo del Minsal. En Chile, la forma de evaluar los agentes de riesgo que pueden generar esta sintomatología es el Protocolo de Vigilancia de Riesgos Psicosociales que, si bien es de aplicación obligatoria en todos los lugares de trabajo de más de 10 trabajadores desde 2013, ha tenido una lenta puesta en marcha. El cuestionario de Evaluación Ambiental Laboral – Salud Mental CEAL-SM no solo busca medir para evaluar el estrés en el trabajo, sino también tiene una labor preventiva sobre este riesgo. “Hay informes de la Asociación Chilena y la Mutual de Seguridad que dan cuenta que hoy la mayor parte de las enfermedades de salud mental en Chile son por liderazgos disfuncionales; encabezados por líderes autocráticos o muy permisivos que propician entornos laborales tóxicos o perjudiciales para el crecimiento de los equipos o que tienen conductas hostiles. Si bien la Ley Karin viene a regular esta situación, debemos recordar que el principal enfoque de esta ley es preventivo, por lo que debemos capacitar a las jefaturas para que lideren esta transformación centrados en las personas y sus relaciones laborales. Hoy tenemos estilos de liderazgo que están sólo evaluando los resultados, mirando las tareas y objetivos, más que las dinámicas de las personas y los equipos de trabajo, y esto ocurre porque esas jefaturas no cuentan con las habilidades necesarias para manejar esta nueva realidad altamente compleja”, señala el experto en psicología laboral. ¿Qué pueden hacer las organizaciones? De a poco las organizaciones están cambiando la mirada respecto al bienestar laboral, los datos apuntan a que: “un trabajo saludable es clave para prevenir el estrés, depresión y ansiedad y que estas enfermedades impactan directamente en la productividad de las personas”. Un estudio científico publicado en la revista Molecular Psychiatry afirma que, si se minimizara el estrés laboral, podrían reducirse un 18 por ciento los casos de trastornos depresivos. “Las organizaciones necesitan metodologías concretas y personalizadas para abordar el bienestar de forma integral, identificando las dimensiones que afectan la salud mental en el trabajo. El cuestionario CEAL-SM es útil para el diagnóstico, pero luego hay que generar programas que apunten a cambiar dinámicas en los equipos de trabajo. Acciones aisladas como, por ejemplo, las charlas no bastan sin un enfoque que detecte y aborde las variables que generan malestar y, de esta forma, generar planes de acción eficaces y monitoreables en el tiempo”, finaliza Shenyin Loo Valdés.
Un equipo de neurocientíficos de la Universidad de Gotenburgo, dirigido por Suzanne Dickson y Roger Adan, publicó el estudio “ Psiquiatría nutricional : hacia una mejora de la salud mental mediante lo que se come”. Fue la primera vez que se habló de ese campo y, desde entonces, se estudia de qué manera la conexión entre la alimentación y la salud mental puede tener un impacto significativo en nuestro bienestar emocional. “Uno de los principales retos a la hora de ofrecer recomendaciones dietéticas para mejorar la salud mental es avanzar en el conocimiento de la nutrición personalizada a partir de observaciones”, advirtieron los autores. “La sensibilidad a los problemas de salud mental varía a lo largo de la vida y entre las personas, y en ella influyen los antecedentes genéticos, el entorno cultural y el medio ambiente. Las necesidades nutricionales también difieren a lo largo de la vida”. El trabajo fue publicado por European Neuropsychopharmacology. Según los investigadores, hay algunas áreas donde la relación entre la alimentación y la salud mental es sólida, como el efecto de una dieta cetogénica —alta en grasas y baja en carbohidratos— para tratar a los niños con epilepsia o para mejorar los síntomas de la falta de vitamina B12, como el cansancio, la pérdida de memoria o la depresión. También hallaron evidencia robusta de las ventajas que una dieta mediterránea, basada en vegetales y aceite de oliva, puede aportar a la salud mental, como ofrecer cierta prevención contra la depresión y la ansiedad. En este campo en desarrollo, la nutricionista Mariely Hernández indicó que lo que comemos puede contribuir a mejorar el bienestar emocional. “Los alimentos por sí solos no pueden curar”, advirtió, “pero pueden ser parte de un enfoque integral para mejorar la salud mental ”. Alimentos aliados de la salud mental Hernández mencionó algunos alimentos que se consideran positivos desde la perspectiva de la psiquiatría nutricional : Frutas y verduras: contienen una gran cantidad de antioxidantes, además de una amplia gama de vitaminas y minerales esenciales para el funcionamiento adecuado del cerebro. Los alimentos ricos en vitamina C, como los cítricos, los kiwis y las fresas, pueden ayudar a reducir los niveles de cortisol, la hormona del estrés. Los vegetales contienen una gran cantidad de antioxidantes, además de una amplia gama de vitaminas y minerales esenciales. Un estudio publicado en el British Journal of Health Psychology mostró que los participantes que consumían más frutas y verduras tenían niveles más bajos de estrés y mayor bienestar psicológico en comparación con aquellos que consumían menos. Ácidos grasos omega-3: estas grasas saludables se encuentran principalmente en pescados como el salmón, la caballa y las sardinas. Los omega-3 desempeñan un papel fundamental en la salud cerebral y pueden reducir el riesgo de depresión y otros trastornos del estado de ánimo. Una investigación publicada en el Journal of Clinical Psychiatry encontró que los suplementos de omega-3 mejoran los síntomas en pacientes con depresión grave. Además, aunque se trata de un estudio más antiguo, científicos de la Universidad de Tasmania, en Australia, revelaron que los adolescentes que consumían pescado al menos una vez por semana tenían un 40% menos de probabilidades de depresión. Alimentos ricos en triptófano: se trata de un aminoácido que el cuerpo utiliza para producir serotonina, un neurotransmisor relacionado con el estado de ánimo. Este se puede encontrar en los huevos y los lácteos. Nueces y semillas: son fuentes naturales de triptófano. Las almendras, las nueces de Brasil y las semillas de chía tienen una gran cantidad de ácidos grasos omega-3, proteínas y otros nutrientes beneficiosos para el cerebro. Una investigación realizada en la Universidad de Harvard encontró que las mujeres que consumían cinco o más porciones de nueces a la semana tenían un riesgo significativamente menor de desarrollar depresión. Lo mismo arrojó un estudio realizado entre adultos mayores. Los flavonoides y antioxidantes del chocolate negro pueden mejorar el flujo sanguíneo en el cerebro Chocolate negro: un alto contenido de cacao puede ser beneficioso para la salud mental. El chocolate negro es rico en flavonoides, antioxidantes que pueden mejorar el flujo sanguíneo en el cerebro y promover la producción de endorfinas, las llamadas “hormonas de la felicidad”. Según un estudio publicado en el Journal of Psychopharmacology, el consumo de chocolate negro durante un período de 30 días mejoró el estado de ánimo de los participantes y redujo los síntomas de depresión. Té verde: es conocido por sus múltiples beneficios para la salud y podría tener un efecto positivo en el ánimo. Contiene un aminoácido llamado L-teanina que tiene propiedades relajantes y puede aumentar los niveles de serotonina y dopamina en el cerebro, neurotransmisores asociados con el bienestar y la felicidad. Un estudio de la revista Nutrients encontró que la L-teanina del té verde mejoró la atención y el estado de ánimo en los participantes. Probióticos: los alimentos fermentados, como el yogur, el chucrut y el kimchi, contienen bacterias beneficiosas que promueven una microbiota intestinal saludable. Se ha demostrado que una microbiota equilibrada tiene un impacto positivo en la salud mental, ya que las bacterias intestinales influyen en la producción de neurotransmisores, como la serotonina. Horarios regulares, equilibrio de nutrientes y actividad física Estos son solo algunos ejemplos de alimentos benéficos para la salud mental, respaldados por investigaciones en psiquiatría nutricional. Pero se debe tener en cuenta que la salud mental no se puede atribuir únicamente a la alimentación. El té verde también puede tener un efecto positivo en la salud mental al aumentar los niveles de serotonina y dopamina en el cerebro La frecuencia de nuestras comidas también desempeñan un papel crucial. Los expertos en nutrición recomiendan comer en horarios regulares y evitar saltarse comidas. No comer lo suficiente puede llevarnos a comer en exceso más tarde para compensar; además, sentir hambre puede desencadenar irritabilidad, ira y otros sentimientos negativos que pueden conducir a la depresión y la ansiedad. La nutricionista Hernández enfatizó que es importante tener en cuenta que estos alimentos deben formar parte de una dieta equilibrada y variada. “No se trata de consumir un solo alimento, sino de mantener una nutrición saludable. Además, es fundamental consultar a un profesional de la salud antes de realizar cambios importantes en la dieta, especialmente si se están tratando problemas de salud mental”. También se recomienda la actividad física regular, un sueño adecuado, la gestión del estrés y el apoyo social como herramientas fundamentales para mantener una buena salud mental.
En los últimos años, el uso de teléfonos inteligentes se incrementó de manera exponencial, lo que genera preocupación entre los especialistas sobre su impacto en la salud mental. Un estudio reciente publicado en BMC Medicine demuestra que reducir el tiempo de pantalla a menos de dos horas diarias puede mejorar significativamente el bienestar psicológico. Un ensayo clínico con resultados contundentes Investigadores liderados por Cristobal Pieh y un equipo multidisciplinario llevaron a cabo un ensayo controlado aleatorio con 125 estudiantes sanos. Durante tres semanas, un grupo de participantes limitó su tiempo de pantalla a un máximo de dos horas por día, mientras que otro grupo continuó con su uso habitual. Los resultados evidenciaron mejoras significativas en diversos indicadores de salud mental. Menor estrés: reducción de los niveles de estrés según la escala PSQ. Disminución de síntomas depresivos: se observó un impacto positivo en la escala PHQ-9. Mejor calidad del sueño: evaluada con la escala ISI, los participantes del grupo de reducción de pantalla reportaron un mejor descanso. Mayor bienestar: medido con la escala WHO-5, los participantes informaron una sensación general de mayor bienestar tras la intervención. ¿Causalidad o simple correlación? Uno de los aspectos más relevantes del estudio es que aporta evidencia sobre la relación causal entre el tiempo frente a la pantalla y la salud mental. A diferencia de estudios previos que sólo mostraban una asociación, este ensayo clínico sugiere que reducir el uso del celular podría ser una estrategia efectiva para mejorar el bienestar emocional. Sin embargo, los investigadores advierten que, tras la intervención, los participantes retomaron sus hábitos previos y el tiempo de pantalla volvió a aumentar. Esto indica que se requieren estrategias a largo plazo para sostener los beneficios obtenidos. El impacto del tiempo de pantalla en la salud mental El debate sobre el impacto del uso del smartphone en la salud mental ha cobrado relevancia en los últimos años. Si bien algunas investigaciones han señalado beneficios, como una mayor conexión social y acceso a entretenimiento, otros estudios han vinculado su uso excesivo con problemas psicológicos. Un estudio previo con más de un millón de adolescentes mostró que el aumento del tiempo de pantalla se asocia con un menor bienestar psicológico. Además, se ha encontrado una correlación entre el uso excesivo de redes sociales y una mayor prevalencia de síntomas depresivos y ansiedad. ¿Cómo reducir el tiempo de pantalla de manera efectiva? Para quienes buscan disminuir su dependencia del celular, los expertos recomiendan: Establecer horarios específicos para el uso del smartphone. Usar aplicaciones de control de tiempo para monitorear el consumo de pantalla. Priorizar actividades offline, como el ejercicio o la lectura. Evitar el uso del celular antes de dormir, ya que la luz azul afecta la calidad del sueño.
Las redes sociales se han convertido en una parte integral de la vida moderna, permitiendo a las personas conectarse con amigos y familiares, compartir sus pensamientos y experiencias y mantenerse al día con las últimas noticias y tendencias. Aunque sin duda nos ha traído muchos beneficios, incluida una mayor conexión social, también se les puede asociar con un aumento de la soledad y el aislamiento. Según un estudio reciente de Harvard, el 36% de todos los estadounidenses incluido el 61% de los adultos jóvenes y el 51% de las madres con niños pequeños— sienten una soledad grave. La mayoría de nosotros, de hecho, elegimos Facebook, Instagram, TikTok o Twitter en lugar de tocar guitarra, salir a caminar con un amigo o cantar a toda voz algunas canciones de karaoke. En 2023, la persona promedio pasó cada día dos horas y 31 minutos en las redes sociales. Las plataformas de redes sociales como Facebook, Twitter e Instagram nos permiten mantenernos en contacto con personas que quizás no veamos regularmente. Podemos ponernos al día con viejos amigos, mantenernos en contacto con familiares que viven lejos y conectarnos con personas que comparten nuestros intereses y pasatiempos. Sin embargo, esta conexión virtual no es lo mismo que la interacción cara a cara, que resulta esencial para construir y mantener relaciones cercanas. Si bien podemos estar en contacto con más personas a través de las redes sociales, es posible que nos sintamos menos conectados a ellas que si las viéramos en persona. El problema con las redes sociales es que pueden crear una ilusión de conexión social que no es necesariamente precisa. Podemos tener muchos seguidores o amigos en las redes sociales, pero ¿cuántas de esas conexiones son realmente significativas ? Muchas personas pueden sentir que forman parte de una gran comunidad en línea, pero esto puede ocultar el hecho de que no tienen relaciones cercanas y personales en el mundo físico. Las investigaciones han demostrado que las personas que pasan más tiempo en las redes sociales tienden a tener menos relaciones cercanas y niveles más bajos de apoyo social que las que pasan menos tiempo en estas plataformas. El problema con las redes sociales es que pueden crear una ilusión de conexión social que no es necesariamente precisa. El 64% de los estadounidenses dice que las redes sociales tienen un efecto principalmente negativo en cómo van las cosas en Estados Unidos hoy en día. Las redes sociales también pueden generar sentimientos de envidia y celos, que pueden contribuir a la soledad. Cuando vemos las publicaciones cuidadosamente seleccionadas y editadas de nuestros amigos y conocidos, es fácil sentir que nos estamos perdiendo algo. Podemos sentir que todos los demás están viviendo una vida más emocionante y plena que la nuestra, lo que puede generar sentimientos de insuficiencia y soledad. Las redes sociales pueden crear una sensación de comparación social de la que es difícil escapar, y esto puede ser perjudicial para nuestra salud mental. La soledad no es solo un estado psicológico; también puede tener consecuencias físicas. Las personas crónicamente solas pueden ser más susceptibles a problemas de salud como enfermedades cardíacas, presión arterial alta y sistemas inmunitarios debilitados. También pueden tener un mayor riesgo de depresión y ansiedad. Dadas las posibles consecuencias negativas de la soledad, es importante ser consciente del impacto de las redes sociales en nuestra conexión social. Entonces, ¿qué podemos hacer para mitigar los riesgos de la soledad inducida por las redes sociales? En primer lugar, debemos reconocer que las redes sociales no son un sustituto de la interacción social en la vida real. Si bien puede ser útil para mantenerse en contacto con las personas, no debería ser nuestro único medio de conexión social. Necesitamos esforzarnos por pasar tiempo físicamente con las personas, ya sea para tomar un café o asistir a un evento social. Incluso si no podemos ver a nuestros amigos y familiares con la frecuencia que nos gustaría, aún podemos esforzarnos por mantenernos conectados a través de llamadas telefónicas, chats de video y otras formas de comunicación. También es importante ser conscientes del impacto de las redes sociales en nuestra salud mental. Si nos sentimos celosos o inquietos después de revisar nuestros feeds de redes sociales, es posible que necesitemos alejarnos un poco de estas plataformas. También podemos esforzarnos por seleccionar cuidadosamente nuestro contenido de redes sociales para incluir contenido positivo y alentador en lugar de negativo y desencadenante. Una investigación publicada en el Journal of Social and Clinical Psychology indicó que limitar el tiempo de las personas en aplicaciones sociales como Facebook y Snapchat a diez minutos por día reducía significativamente los sentimientos de soledad y depresión. Según los investigadores, el punto óptimo puede ser de unos 30 minutos o menos por día. Por último, debemos reconocer que la soledad es una experiencia común y que está bien buscar ayuda. Ya sea hablar con un amigo o familiar de confianza, unirse a un grupo social o una organización comunitaria, o buscar ayuda profesional de un terapeuta o consejero.
Un estudio buscó ahondar por primera vez cómo los adolescentes con síntomas depresivos perciben sus relaciones sociales de aceptación y rechazo con sus compañeros. El trabajo, realizado por Diego Palacios, académico del Centro de Investigación en Sociedad y Salud (CISS) de la Universidad Mayor, en colaboración con investigadores de Italia, analizó datos de 275 estudiantes italianos de en promedio 11,8 años para entender estas dinámicas. A través de cuestionarios auto-administrados en tablets durante tres momentos del año académico del hemisferio norte (diciembre de 2015, marzo 2016 y junio 2016), se les preguntó a los escolares de escuelas de Torino sobre sintomatología depresiva y se les pidió identificar a compañeros que les agradaban y desagradaban. Los resultados mostraron que los adolescentes con síntomas depresivos eran menos propensos a aceptar otros y más propensos a rechazar a otros, en comparación con sus pares sin síntomas depresivos. Sin embargo, estudiantes con síntomas depresivos no eran más rechazados ni menos aceptados por sus pares. Novedad de la investigación Estos hallazgos refuerzan la idea de que la depresión podría distorsionar la percepción social, llevando a los adolescentes a exagerar interacciones negativas y minimizar las positivas. Palacios sostuvo que la novedad de este estudio, publicado en la revista “Behavioral Sciences”, es la mirada desde la perspectiva de redes sociales. “Lo que brinda el análisis de redes es un detalle de la percepción de cada estudiante respecto de sus compañeros. En otros estudios, esto se realiza agregadamente, por ejemplo, cómo percibes al resto de tu clase y cómo crees que te percibe tu clase. Pero acá tenemos la percepción de cada estudiante respecto de cada uno de sus compañeros, accediendo a un nivel de detalle mucho mayor respecto a las relaciones de percepción de rechazo y aceptación ”, explicó. Otro de los resultados obtenidos es que aquellos estudiantes con sintomatología depresiva tendían a aceptar más a otros estudiantes con igual condición, pudiendo explicarse por apoyo mutuo o por la percepción de que están excluidos y solo cuentan con estudiantes de igual condición. “Estos hallazgos destacan la importancia de fomentar la creación de vínculos saludables y positivos en este grupo”, comentó Palacios, quien sostuvo que este trabajo abre la puerta para realizar otros estudios con datos de Chile.