14 de abril de 2025
“Hace 25 años llegué al Club San Pablo y comencé a vivir de nuevo, después de casi 30 años consumiendo alcohol y estar a punto de perder mi familia, en este club viví un cambio muy lindo, me sentí limpio”, relata Rafael Guzmán, pescador artesanal rehabilitado y que, tras años de vivir en el infierno, fue en el club junto a profesionales y otros pacientes, que decidió dar el paso y trabajar para dejar el consumo problemático de alcohol.
Rafael relata que sus padres eran alcohólicos, por lo que a temprana edad (14 años) comenzó a beber diariamente, dejó los estudios y se dedicó a la pesca. El alcohol y otras drogas fueron parte de su vida hasta que cumplió 39 años y conoció a Ninoska, quien llegó a arrendar una casa a Peñuelas con dos hijos pequeños. “Ella no sabía que tenía la adicción del alcohol, porque tomaba esporádicamente en ese rato”, sin embargo, un año después de casarse tuvo una recaída que lo llevó nuevamente a provocar escándalos y dejar de trabajar, por lo que su esposa lo denunció.
Fue citado a Tribunales y le dieron un ultimátum: O dejaba el alcohol o perdía a su familia. Fue en ese momento que lo enviaron al Club Rehabilitador San Pablo. “Ahí conocí a la señora Luisa y a sus profesionales que me ayudaron mucho y a quienes les tengo mucho cariño. Fue el apoyo de mi familia y de ellos en el club los que me permitieron salir adelante y ya no bebo hace 25 años y mis hijos son todos profesionales”, relata orgulloso Rafael, acompañado por sus compañeros en un paseo en El Molle, es que parte de las actividades del club son salidas a terreno donde se juntan a conversar de la vida.
Según el Informe Sobre la Situación Mundial del Alcohol y el Tratamiento de los Trastornos por Uso de Sustancias, realizado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) , en Chile se consume 6,8 litros de alcohol puro en mayores de 15 años. Si bien redujo la cifra es preocupante el aumento del consumo en adolescentes entre 15 a 19 años que se consideran bebedores recurrentes.
UN CIRCULO VIRTUOSO Y UNA NUEVA OPORTUNIDAD
El 02 de abril, el Club Rehabilitador San Pablo cumplió 43 años. Surgido de un grupo de alcohólicos recuperados del hospital de Coquimbo que se organizaron para dar una nueva esperanza de vida a quienes lo necesitan. Una agrupación que desde hace varios años se ubica en el sector San Juan de Coquimbo y trabajan apoyados por el Departamento de Salud de la Municipalidad de Coquimbo en el Cesfam del sector.
Luisa Moya es la coordinadora del Programa de Alcohol y drogas San Pablo y directora por más de 30 años, del círculo gratuito de ayuda. Si bien comenzaron en el hospital, llegaron a San Juan con una idea propia y objetivos claros para ayudar a alcohólicos. “Aquí han pasado miles de personas, desde profesionales que han entregado sus conocimientos como también los pacientes, “de todas las clases sociales, porque el alcoholismo no mira de dónde vienes, si tienes o no profesión o si tienes dinero”.
La directora asegura que el modelo que se trabaja en el Club es exitoso, que se basa en la experiencia recopilada. Aquí se observa y define con cada paciente cual es la mejor forma de avanzar, y se entrega apoyo psicológico, técnico y de salud general. Se coordina también el trabajo con el municipio y sus diversas unidades, además de apoyo de privados.
Cada mes ingresan entre 5 y 10 personas y junto al trabajo con los profesionales personalizado del Departamento de Salud, se reúnen cada sábado. El primer paso es que quien ingrese debe tomar conciencia que es una persona enferma y que hay un problema de fondo que los llevó a consumir alcohol.
“Si bien es una tarea súper difícil, por la escasez de recursos, hemos salido adelante. Vemos el sufrimiento de las personas y eso nos da el empuje para apoyarlos y rehabilitarlos no solo a quienes están enfermos, sino que también a las familias”.
Para todos quienes ingresan Luisa es una mujer estricta, pero a la vez es el principal apoyo y compañía. Rehabilitarse no es un proceso fácil. Así lo relata Rafael, quien agrega que “Luisa es una gran persona, me ayudó mucho, sobre todo los primeros meses de abstinencia que fueron horribles. En ese momento me mandaron al Cesfam donde estuve con una psicóloga, una asistente social y una doctora. Ahí fui avanzando poco a poco, confiando en los grupos de ayuda. Hoy en día mis hijos ni siquiera se acuerdan que yo tomaba”.
Es tal la recuperación de Rafael que hoy, después de 25 años sigue participando del club, entregando su testimonio y ejemplo de que sí se pueden recuperar. Cuestión que también asegura Luisa, “todos se pueden recuperar, es un proceso complejo, pero con los profesionales y una intervención correcta y con mucho cariño y apoyo, se puede”.
RELATOS DE LUCHA
Pero no sólo Rafael ha vivido un proceso exitoso en el Club Rehabilitador San Pablo, varios compañeros han logrado salir adelante, no sin luchar día a día para dejar esta adicción.
Luis (61 años) ingresó hace aproximadamente 11 años a este círculo gratuito de apoyo, luego de pasar cerca de 15 días hospitalizado completamente intoxicado y con compromiso de diversos órganos. “Yo agradezco mucho pasar por este momento, porque si no me hubiese enfermado e ingresado hasta el hospital, hoy estaría muerto. El alcoholismo muchas veces pasa por temas de salud mental, uno piensa que nunca va a caer en el alcohol y disfruta de beber en fiestas o celebraciones y uno no se da cuenta que está enfermo hasta que estás hundido en el alcohol y no puedes salir. Muchas veces te dices ya esta semana no voy a tomar, pero es mentirse porque el cuerpo te pide beber”, añade.
Si bien Luis comenzó a beber a muy temprana edad, el consumo se profundizó con una depresión que sufrió tras un matrimonio fallido. “Esa separación me hizo sentir que el mundo se iba a acabar y me llevó a una depresión en donde mi único amigo era el alcohol, ahí estaba contento y cuando se acababa su efecto volvía a esa realidad que no me gustaba y tomaba otra vez y así todos los días y cuando me di cuenta ya era demasiado tarde. Gracias a Dios tenia una familia que me ofreció mucha ayuda, mi mamá cuando estaba viva y un hermano, pero yo estaba muy enfermo por causa del alcohol”.
Así cayó enfermo y tras su paso por el hospital, se acercó al Club San Pablo, en un proceso que fue complejo “porque yo me engañaba e iba a las reuniones y cuando salía volvía a tomar y no tomaba en serio el problema que yo tenía”. Luis asegura tener mucha fe y es en la oración donde también se ha refugiado para mantenerse limpio y sin deseos de beber alcohol. Es que asegura que es un proceso muy difícil, pero que si “cuentas con el apoyo necesario se puede salir adelante. Después de estos 11 años que han pasado, pienso que tuve suerte y Dios me dio esa oportunidad de llegar al Club San Pablo, conocer a profesionales muy buenos y poder salir”.
Luis hace un llamado a las autoridades a seguir apoyando este tipo de agrupaciones gratuitas que son vitales para dar una mano a miles de personas que buscan salir de esta enfermedad. “En estos clubes puede ser que, de 100 personas, nos salvemos 3, pero ya ese número es importante, y si se ayudara serian muchos más”
Asegura que en estos 11 años rehabilitado ha conseguido más cosas que en los años pasados que busca olvidar. “Tengo un trabajo, recuperé mi autoestima, y me compré hasta una propiedad” , añade feliz Luis.
También orgullosa de su proceso de rehabilitación que hace seis meses la mantiene sin beber una sola gota de alcohol, María Vera (53 años), llegó hasta el club el 2022. Relata que ella bebía diariamente, pero era una mujer funcional. Sacó adelante a dos de sus tres hijos (28 y 21 años), pero actualmente y luego de una denuncia, sólo puede ver a su hijo menor (11 años) con visitas reguladas, hecho que la llevó a tomar conciencia de su enfermedad para poder recuperarlo y volver a vivir juntos.
Para ella, beber era algo normal. Así los fines de semana organizaba un asado “y me embriagaba y olvidaba que tenia familia y que tenía hijos. Por cerca de 21 años yo bebía todos los días en la noche, después los fines de semana y cuando mi hijo mayor me denuncio comencé a beber más y le echaba la culpa”.
Fue tras esa primera denuncia de su hijo que ingresó al club y,como relata, “conocí a la señora Luisa quien es más que una rehabilitadora, ella es como mi abuela y mis compañeros encontré una familia”. Eso sí, los primeros años fueron complejos, porque no tomaba conciencia de su enfermedad y fue en una recaída cuando comenzó a discutir con sus hijos y en octubre del año 2024, le entregaron cuidados provisorios del infante de 11 años al mayor de sus hijos. Hoy está esperanzada que en la próxima audiencia volverá a tener la custodia “porque yo estoy en abstinencia total, concientizada total de mi enfermedad. Me recuperé de muchas enfermedades, porque yo aparte de ser enferma alcohólica me transformé en una enferma crónica. Perder a mi hijo me dio la fortaleza para salir adelante, de cambiar mi mentalidad y del brazo de la señora Luisa, soy otra persona y no me dan ganas de beber”, relata entre lágrimas María.
Rafael recuerda que cuando ingresó al club, los primeros meses fueron complejos, porque tuvo que cambiar completamente su vida. ”Me costó dejarlo, fue doloroso, porque dejé a mis amigos que siempre estuve con ellos, pero ellos siguieron tomando y yo decidí optar por el camino de la felicidad. Ahora voy a cumplir 61 años y estoy feliz con mi esposa y mis hijos. Mi hija será profesora de filosofía, mi hijo es doctor y mi tercer hijo también va a estudiar medicina. Así que yo soy una persona feliz”, concluye Rafael.
Fuente: DiarioElDia Región