16 de mayo de 2022
El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) es una patología mental frecuente a todas las edades (2-3% de la población) y tendente a la cronicidad en la cual la persona que lo padece presenta pensamientos recurrentes, intrusivos e incontrolables (obsesiones) y/o comportamientos repetitivos (compulsiones) que siente la necesidad de reproducir una y otra vez, pese a que entiende que son ilógicos y que carecen de sentido.
Las obsesiones producen gran ansiedad y se suelen relacionar con el temor a la contaminación, la simetría o la aparición de pensamientos prohibidos indeseados, autolíticos o heteroagresivos, entre otros.
Las compulsiones más típicas están relacionadas con la limpieza excesiva o lavado de manos, el orden exhaustivo, las comprobaciones diversas o el cálculo matemático. Una vez que realiza estos actos compulsivos, el paciente siente un breve respiro de su clínica ansiosa.
Estos síntomas suelen aparecer en la adolescencia o primeros años de la juventud, produciendo un dispendio de al menos 1 hora diaria e interfiriendo con todos los aspectos de la vida (trabajo, escuela y relaciones interpersonales).
Los individuos con TOC asocian comúnmente tics (principalmente motores), además de cuadros depresivos, ansiosos o dismorfofóbicos. También es común que los pacientes con TOC asocien un consumo de ansiolíticos o alcohol para calmar la angustia que les crea su trastorno.
Respecto a los factores de riesgo para desarrollar un TOC, se ha observado relación genética, además de la importancia de los factores ambientales y la infección por estreptococo (PANDAS) en la infancia.