31 de marzo de 2025
El mezclar bebidas energéticas con alcohol se ha vuelto una práctica cada vez más común, sobre todo entre jóvenes. Por lo mismo, desde el mundo científico y académico se ha puesto especial atención en esta conducta, fundamentalmente por los riesgos que implica para la salud.
En ese sentido, desde el Hospital Clínico de la Universidad de Chile (HCUCH) alertaron sobre los peligros que acarrea el mezclar energéticas con bebidas alcohólicas. Los riesgos son varios.
Así lo explica el doctor Alfredo Parra, médico internista del HCUCH. “El riesgo de la interacción entre ambas bebidas tiene que ver con los efectos antagónicos que ambos productos tienen. El alcohol es un reconocido depresor del sistema nervioso central y las bebidas energéticas son reconocidas como estimuladores del sistema nervioso central”, comenta.
Parra enfatiza que “se puede producir riesgo de enmascaramiento, ya que las personas perciben que están consumiendo menos alcohol del que realmente consumen. Hay estudios que muestran que se consume hasta un 30% más de alcohol cuando se le agrega energética”.
Junto con ello, el internista sostiene que “la mezcla de ambos, aumenta la posibilidad de conductas de riesgo, como, por ejemplo, el manejo en estado de ebriedad. También se potencian los efectos que se pueden producir a nivel cardiovascular y hepático”.
En ese sentido, Alfredo Parra puntualiza que “se pueden generar más arritmias en pacientes jóvenes susceptibles, episodios de fibrilación auricular, taquicardia, intoxicación hepática, etc. Y bueno, no es de extrañar que también se potencie la deshidratación”.
Bebidas energéticas y una “hiperestimulación” del sistema nervioso
Más allá de la mezcla con alcohol, desde el Hospital Clínico de la Universidad de Chile manifiestan que el consumo de bebidas energéticas conlleva riesgos para la salud por distintos motivos.
Ana Claudia Villarroel, diabetóloga y nutrióloga del HCUCH explica que “estas bebidas son estimulantes. La cafeína que tienen equivale a cuatro shots de espresso, lo que inactiva los neurotransmisores encargados de inducir la relajación. Es decir, el cuerpo ya había comenzado a prepararse para descansar, pero la bebida lo obliga a seguir en un estado de alerta artificial”.
Al profundizar, Villarroel plantea que “esta mezcla de cafeína con azúcar nutricionalmente no aporta en nada. En el cuerpo puede tener distintos efectos, pero inicialmente será una hiperestimulación del sistema nervioso. Esto quiere decir que lo habitual cuando la persona empieza por primera vez el consumo, y no es una persona asidua a la cafeína, probablemente va a sentir palpitaciones, nerviosismo, una especie de sensación de despersonalización. Va a estar hiperalerta a todos los estímulos”.