Crear ambientes sanos y libres de contaminación, que mejoren la calidad de vida de las personas en las ciudades. De eso se trata el Día del Urbanismo, fecha que se conmemora y celebra en más de 30 países cada 8 de noviembre. Desde organizaciones, instituciones, hasta grandes industrias, buscan maneras para contribuir con su granito de arena para lograr un desarrollo sostenible del país, siendo la calidad del aire en las grandes ciudades uno de los factores principales que se busca concientizar en este día. En esta misma línea, el sector transporte aporta aproximadamente el 25% de los Gases de Efecto Invernadero (GEI) a nivel mundial, según la Agencia Internacional de Energía (IEA) y el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). Es por eso que la adopción de la electromovilidad se posiciona como un componente fundamental para la creación de ciudades más amigables con el medio ambiente. Y es que marcas como MG Motor ya son parte de este cambio desde hace algunos años. Es más, su importancia en el ámbito de los vehículos eléctricos no sólo se evidencia en las cifras de ventas, sino también en su papel pionero al introducir el MG ZS EV en 2019, como el primer SUV 100% eléctrico en Chile. Hoy cuenta también con el Marvel R, y próximamente con el MG4, dos modelos que han sido galardonados a nivel nacional e internacional, respectivamente, por su compromiso con la sostenibilidad y seguridad de las personas. “Desde MG Motor vemos esta transición a la electromovilidad como una estrategia clave para reducir las emisiones de carbono y justamente mejorar la calidad del aire en los entornos urbanos. No obstante, es imperativo trabajar en conjunto con distintos actores relevantes del mundo público y privado, y así ampliar las opciones de energías renovables y fortalecer a la industria con la infraestructura de cargadores que suministren electricidad a los vehículos a lo largo del país”, comenta Héctor Illanes, Subdirector de Ventas de SAIC Motor, fabricante y representante de MG Motor en Chile. Por esta razón, distintas marcas, industrias y autoridades firmaron un Acuerdo por la Electromovilidad que busca compartir avances y compromisos relacionados con esta nueva tendencia, promoviendo así un enfoque sostenible colaborativo y en sintonía con este tipo de energía renovable. Justamente al cierre del último acuerdo, se reveló que el país cuenta con más de 400 puntos de carga de acceso público, incrementándose un 38% con respecto al año 2021. La ampliación de la infraestructura de carga no solo impulsa un cambio hacia una movilidad más limpia, sino que también contribuye a ciudades más saludables y con menos emisiones de carbono. El incremento de la infraestructura de cargadores eléctricos permitirá impulsar el compromiso de convertir a Chile en un país carbono neutral de cara a 2050. “La necesidad de expandir la red de cargadores eléctricos no puede ser subestimada. La accesibilidad a una infraestructura de carga esencial y eficiente se presenta como un factor determinante para incentivar la adopción de vehículos eléctricos y eliminar obstáculos para aquellos que desean optar por la movilidad sostenible. Facilitar el acceso a estaciones de carga en residencias, lugares de trabajo y áreas públicas se convierte en un catalizador para la consolidación de la electromovilidad”, agrega Illanes. Generar una colaboración conjunta entre gobiernos, empresas y comunidades para forjar un camino hacia un entorno urbano donde la electromovilidad sea una realidad accesible para todos es la clave, en el que se destaque la trascendencia de una planificación urbana inteligente y sostenible para construir un futuro que vaya en beneficio de toda la ciudadanía.
Nuestros océanos albergan una gran biodiversidad, incluyendo especies aún por descubrir, pero los fondos marinos se enfrentan ahora a una nueva amenaza, la minería submarina. Al igual que ocurre en el medio terrestre, grandes empresas y gobiernos priorizan la obtención de beneficios económicos frente a la conservación de nuestros recursos naturales. La minería submarina destruirá los fondos marinos para extraer metales y minerales, empleando para ello enormes máquinas con un peso superior al de una ballena azul. Aunque actualmente se ha permitido la exploración en una gran extensión de nuestros océanos, afortunadamente, aún no se han concedido licencias para explotar los fondos marinos a nivel comercial. Razón 1: Producirá un daño irreparable a uno de nuestros mejores aliados contra el cambio climático Los fondos marinos son un almacén muy importante de “carbono azul”, es decir, el carbono capturado por los océanos, los ecosistemas costeros y los organismos que viven en ellos, y se almacena en forma de biomasa y sedimentos en los fondos marinos. Por ello, los ecosistemas responsables de la formación de estos sumideros de carbono azul tienen una importante repercusión sobre el cambio climático ya que mitigan los efectos de las crecientes emisiones de CO2. La minería submarina generaría un impacto en los procesos naturales que almacenan carbono, ya que las máquinas empleadas para ello destruirían los fondos marinos, liberando el carbono almacenado en los sedimentos de aguas profundas, contribuyendo negativamente al cambio climático. Razón 2: Impacto en la cadena alimentaria y las pesquerías El daño generado en las especies marinas afectaría a toda la cadena alimentaria oceánica ya que la minería submarina causaría un impacto negativo, e incluso la posible extinción de especies únicas que conforman el primer peldaño de la cadena alimentaria. La minería submarina podría reducir las capturas de la flota española como consecuencia del daño causado por las nubes de sedimentos provocadas por esta actividad en las especies de interés comercial. Razón 3: Daños irreparables para las especies marinas. En las profundidades marinas encontramos ecosistemas que son oasis para las especies que habitan en ellos. Estas se encuentran entre las criaturas más longevas de la Tierra, lo que las hace particularmente vulnerables a las perturbaciones debido a sus bajas tasas de crecimiento. Algunas especies dependen de estos sustratos para vivir, como ocurre con las especies de corales y esponjas. Los investigadores estiman que el daño causado a la vida silvestre por la minería submarina “probablemente dure para siempre en escalas de tiempo humanas”. Además de causar impactos en los fondos marinos mediante el uso de la maquinaria, también generarán columnas de sedimentos que dañarán distintos hábitats, incluso a kilómetros de distancia. Esta industria también podría provocar una contaminación lumínica y acústica, generando un impacto negativo en los mamíferos marinos como las ballenas, y perturbando a especies que están adaptadas a vivir con niveles muy bajos de luz.
Un hito importante alcanzó el futuro de los vehículos autónomos (AV) en San Francisco, California, al recibir autorización dos operadores para ofrecer viajes de pasajeros pagados las 24 horas, los 7 días de la semana y sin conductor a bordo. Las empresas de robotaxi son Waymo, subsidiaria de Alphabet, y Cruise, que es propiedad de General Motors, según lo reporta un informe de tendencias e insights publicado por Wunderman Thompson, el cual señala que los operadores están delineando planes de expansión. Los pasajeros pueden pedir robotaxis en San Francisco, Phoenix y Austin, aunque los AV se están extendiendo a más de una docena de ciudades, incluidas Seattle, Atlanta, Houston, Miami y Los Ángeles. Entre las empresas que prueban esta tecnología, Zoox, propiedad de Amazon, recientemente extendió las pruebas desde Foster City, California, a Las Vegas, Nevada, preparando un lanzamiento comercial. Las regulaciones no son favorables para este servicio en Europa, pero en China hay varias empresas que han obtenido licencia para hacer pruebas, algo que está haciendo la ya conocida Didi. ¿Una nueva era? La pregunta que se hacen en la agencia es si podrían estos nuevos taxis marcar el comienzo de una nueva era de movilidad autónoma. Para empezar, el camino hacia este futuro autónomo no será sencillo y varios robotaxis han sido saboteados por manifestantes. La oposición se centra principalmente en cuestiones de seguridad. Existen informes que hablan de robotaxis con fallas que han obstaculizado a vehículos de emergencia o que se detienen inesperadamente, provocando atascos de tráfico. Los opositores dicen también que diseñar ciudades para satisfacer las necesidades de los vehículos autónomos las hará menos amigables para las personas, que implican más automóviles en las autopistas y menor inversión en transporte público, lo que no es bueno para el medio ambiente. Y está también en el debate el tema de que la IA desplace a los conductores humanos, quienes pueden brindar a asistencia a pasajeros vulnerables o con necesidades de movilidad. Al final, la confianza En la otra vereda, los partidarios sostienen que los robotaxis son más seguros porque las máquinas conducen de manera más eficiente. Por una parte, no necesitan descansar, tampoco se emborrachan y no se distraen. A ello agregan las estadísticas de personas que mueren en accidentes de tránsito por fallas humanas. Y sostienen también que los vehículos autónomos son más democráticos, pues no rechazarán un viaje porque no les guste el destino o el aspecto del pasajero. Recuerda el informe de WT que Kyle Vogt, director ejecutivo de Cruise, dijo este año a Fortune que un gran cambio en nuestras vidas será “pasar de conducir a ser conducidos”. Pero agrega que, para llegar eso, las empresas necesitarán calmar las crecientes preocupaciones del público en todos sus frentes. En un estudio de YouGov de 2023, el 42% de los encuestados en todo el mundo dijo estar preocupado por los vehículos autónomos. Philip Koopman, profesor de la Universidad Carnegie Mellon y experto en AV, señaló al Washington Post en agosto que “en última instancia, esta industria se basará en la confianza”.
Cada minuto, el equivalente a un camión de basura de plástico se vierte en los mares y océanos del mundo. Esos plásticos pueden afectan la salud de la fauna marina e indirectamente a los seres humanos. Porque los trozos de plásticos pueden ser ingeridos por animales, como los peces, que luego son consumidos por los humanos. Se estima que las cantidades crecientes de plástico ya afectaron a más de 1.200 especies marinas en el mundo. En el mar abierto, los plásticos se van descomponiendo en piezas plásticas más pequeñas y se le suma un efecto químico que puede afectar la salud de la fauna marina e indirectamente a los seres humanos. Los microplásticos son una vía para que los patógenos terrestres lleguen al océano, con probables consecuencias para la salud humana y de la fauna, según un estudio de la Universidad de California en Davis (Estados Unidos). El estudio, publicado en la revista Scientific Reports, es el primero que relaciona los microplásticos del océano con los patógenos terrestres. En él, se constata que los microplásticos pueden facilitar la concentración de patógenos causantes de enfermedades en zonas del océano contaminadas por plásticos. Los patógenos estudiados —Toxoplasma gondii, Cryptosporidium (Crypto) y Giardia— pueden infectar tanto a los humanos como a los animales. La Organización Mundial de la Salud reconoce que son causas subestimadas de enfermedad por el consumo de marisco y que se encuentran en todo el océano. Por lo mismo, distintas empresas desarrollan estrategias para crear productos comprometidos con el cuidado del planeta, la salud de los seres humanos y animales del planeta. Waterlogic, empresa internacional perteneciente al Grupo Culligan, es una de ellas. Con su compromiso de reducir el plástico de un solo uso, desarrolla y comercializa dispensadores conectados a la red de agua, los cuales a través de su sistema de filtración y purificación entregan agua libre de microplásticos y otras sustancias perjudiciales para la salud de las personas. Waterlogic ayuda a mantener los océanos libres de desechos plásticos, donde terminan gran parte de ellos y afectando a la fauna marina. A nivel mundial, cada minuto se compran un millón de botellas de plástico con solo un 9% de reciclaje. Para 2050, se estima que nuestros océanos contendrán más desechos plásticos que peces.
Hemos escuchado hablar miles de veces del calentamiento global, del cambio climático o de los gases de efecto invernadero. Sabemos que estos tres conceptos amenazan la vida en la Tierra tal y como la conocemos. También estamos familiarizados con algunas de las medidas que hay en marcha para conseguir frenar unos y reducir otros. Pero ¿sabemos realmente qué significan? ¿Por qué el CO₂ produce el efecto invernadero y es el culpable del calentamiento global? El planeta se enfrenta a un problema que marcará el futuro de las siguientes generaciones: el calentamiento global. El aumento de la temperatura y el cambio climático que desencadena han sido motivo de alarma desde hace décadas. Sin embargo, ha sido durante estos últimos años cuando han adquirido un matiz protagonista, tanto en los medios de comunicación o en las protestas ciudadanas, como en las medidas promovidas desde las instituciones para atajarlos. Su relevancia no deja de aumentar, precisamente, porque la temperatura sigue creciendo. Se trata de un problema que hay que atajar de raíz. Pero ¿tenemos claro qué lo ha desencadenado? El principal culpable es el CO₂. Son varios los gases implicados en este “crimen”, pero reducir el dióxido de carbono es crucial. La pregunta del millón es: ¿Por qué? ¿Qué hace que este gas sea tan malo para la atmósfera terrestre y para el planeta? Para responder a esta cuestión tenemos que remontarnos hasta mediados del siglo XIX. Por aquel entonces, la ciencia descubre que tanto el CO₂ como otros gases de efecto invernadero tienen la capacidad de acumular y emitir calor. Recordemos que el efecto invernadero es el fenómeno natural que permite a nuestro planeta mantener las condiciones necesarias para albergar la vida. El problema viene cuando la proporción de los gases que lo producen cambia. Un aspecto sobre el que comienzan a investigar durante la década de 1850, cuando establecen que un aumento en la concentración de CO₂ en la atmósfera puede provocar un aumento significativo de la temperatura de la Tierra. Sin embargo, no es hasta finales del siglo XIX cuando un científico calcula qué pasaría si duplicásemos la cantidad de CO₂ en el mundo. El resultado que obtiene es que la temperatura ascendería entre 4 y 6 grados. Actualmente, la temperatura del planeta ya ha aumentado más de 1°C desde la era preindustrial. Para seguir con esta historia tenemos que avanzar en el tiempo hasta 1958, cuando el científico Charles David Keeling coloca una serie de sensores en un volcán de Hawái para medir las variaciones en la concentración de CO₂ en la atmósfera. Lo que descubre es que el CO₂ va subiendo sin parar año tras año. El resultado ya lo conocemos: a medida que el CO₂ ha ido creciendo también lo ha hecho la temperatura global. Y aunque correlación no implica causalidad, en este caso todas las pruebas señalan a este gas como el causante principal del cambio climático. Todavía quedan más preguntas por contestar. Por ejemplo, ¿de dónde viene ese exceso de CO₂? La respuesta sencilla sería que de la quema de los combustibles fósiles. Pero ¿qué relación hay entre el dióxido de carbono y el carbón o el petróleo? Como ya sabemos, los combustibles fósiles tarden miles o millones de años en formarse. Quemando estos materiales, estamos sacando a la luz reservas de carbono que costó millones de años depositar. Es decir, estamos desenterrando CO₂ que pertenece a épocas pasadas. ¿Qué podemos hacer para reducir el CO₂? Primero, lo más importante ¡dejar de emitir! Vamos a tardar siglos en deshacernos de todo lo que hemos emitido en las últimas décadas. Sustituir los combustibles fósiles por fuentes de energía renovables es la medida principal para frenar el calentamiento. También empieza a ser prioritario aprender a intervenir en el ciclo del carbono y acelerar su retirada de la atmósfera. Un asunto que durante mucho tiempo ha sonado a ciencia ficción pero que empieza a estar seriamente encima de la mesa con procedimientos como el secuestro de carbono o la bioenergía con captura y almacenamiento de carbono. Es urgente limitar el calentamiento del planeta a 1,5 °C. Por ahora, medidas como la reducción del consumo energético, la mejora de la eficiencia energética, el apoyo a las energías renovables o la promoción de mecanismos financieros que cambien nuestra manera de producir y consumir son los mejores aliados que tenemos para conseguir la neutralidad en carbono.
Crear ambientes sanos y libres de contaminación, que mejoren la calidad de vida de las personas en las ciudades. De eso se trata el Día del Urbanismo, fecha que se conmemora y celebra en más de 30 países cada 8 de noviembre. Desde organizaciones, instituciones, hasta grandes industrias, buscan maneras para contribuir con su granito de arena para lograr un desarrollo sostenible del país, siendo la calidad del aire en las grandes ciudades uno de los factores principales que se busca concientizar en este día. En esta misma línea, el sector transporte aporta aproximadamente el 25% de los Gases de Efecto Invernadero (GEI) a nivel mundial, según la Agencia Internacional de Energía (IEA) y el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). Es por eso que la adopción de la electromovilidad se posiciona como un componente fundamental para la creación de ciudades más amigables con el medio ambiente. Y es que marcas como MG Motor ya son parte de este cambio desde hace algunos años. Es más, su importancia en el ámbito de los vehículos eléctricos no sólo se evidencia en las cifras de ventas, sino también en su papel pionero al introducir el MG ZS EV en 2019, como el primer SUV 100% eléctrico en Chile. Hoy cuenta también con el Marvel R, y próximamente con el MG4, dos modelos que han sido galardonados a nivel nacional e internacional, respectivamente, por su compromiso con la sostenibilidad y seguridad de las personas. “Desde MG Motor vemos esta transición a la electromovilidad como una estrategia clave para reducir las emisiones de carbono y justamente mejorar la calidad del aire en los entornos urbanos. No obstante, es imperativo trabajar en conjunto con distintos actores relevantes del mundo público y privado, y así ampliar las opciones de energías renovables y fortalecer a la industria con la infraestructura de cargadores que suministren electricidad a los vehículos a lo largo del país”, comenta Héctor Illanes, Subdirector de Ventas de SAIC Motor, fabricante y representante de MG Motor en Chile. Por esta razón, distintas marcas, industrias y autoridades firmaron un Acuerdo por la Electromovilidad que busca compartir avances y compromisos relacionados con esta nueva tendencia, promoviendo así un enfoque sostenible colaborativo y en sintonía con este tipo de energía renovable. Justamente al cierre del último acuerdo, se reveló que el país cuenta con más de 400 puntos de carga de acceso público, incrementándose un 38% con respecto al año 2021. La ampliación de la infraestructura de carga no solo impulsa un cambio hacia una movilidad más limpia, sino que también contribuye a ciudades más saludables y con menos emisiones de carbono. El incremento de la infraestructura de cargadores eléctricos permitirá impulsar el compromiso de convertir a Chile en un país carbono neutral de cara a 2050. “La necesidad de expandir la red de cargadores eléctricos no puede ser subestimada. La accesibilidad a una infraestructura de carga esencial y eficiente se presenta como un factor determinante para incentivar la adopción de vehículos eléctricos y eliminar obstáculos para aquellos que desean optar por la movilidad sostenible. Facilitar el acceso a estaciones de carga en residencias, lugares de trabajo y áreas públicas se convierte en un catalizador para la consolidación de la electromovilidad”, agrega Illanes. Generar una colaboración conjunta entre gobiernos, empresas y comunidades para forjar un camino hacia un entorno urbano donde la electromovilidad sea una realidad accesible para todos es la clave, en el que se destaque la trascendencia de una planificación urbana inteligente y sostenible para construir un futuro que vaya en beneficio de toda la ciudadanía.
Nuestros océanos albergan una gran biodiversidad, incluyendo especies aún por descubrir, pero los fondos marinos se enfrentan ahora a una nueva amenaza, la minería submarina. Al igual que ocurre en el medio terrestre, grandes empresas y gobiernos priorizan la obtención de beneficios económicos frente a la conservación de nuestros recursos naturales. La minería submarina destruirá los fondos marinos para extraer metales y minerales, empleando para ello enormes máquinas con un peso superior al de una ballena azul. Aunque actualmente se ha permitido la exploración en una gran extensión de nuestros océanos, afortunadamente, aún no se han concedido licencias para explotar los fondos marinos a nivel comercial. Razón 1: Producirá un daño irreparable a uno de nuestros mejores aliados contra el cambio climático Los fondos marinos son un almacén muy importante de “carbono azul”, es decir, el carbono capturado por los océanos, los ecosistemas costeros y los organismos que viven en ellos, y se almacena en forma de biomasa y sedimentos en los fondos marinos. Por ello, los ecosistemas responsables de la formación de estos sumideros de carbono azul tienen una importante repercusión sobre el cambio climático ya que mitigan los efectos de las crecientes emisiones de CO2. La minería submarina generaría un impacto en los procesos naturales que almacenan carbono, ya que las máquinas empleadas para ello destruirían los fondos marinos, liberando el carbono almacenado en los sedimentos de aguas profundas, contribuyendo negativamente al cambio climático. Razón 2: Impacto en la cadena alimentaria y las pesquerías El daño generado en las especies marinas afectaría a toda la cadena alimentaria oceánica ya que la minería submarina causaría un impacto negativo, e incluso la posible extinción de especies únicas que conforman el primer peldaño de la cadena alimentaria. La minería submarina podría reducir las capturas de la flota española como consecuencia del daño causado por las nubes de sedimentos provocadas por esta actividad en las especies de interés comercial. Razón 3: Daños irreparables para las especies marinas. En las profundidades marinas encontramos ecosistemas que son oasis para las especies que habitan en ellos. Estas se encuentran entre las criaturas más longevas de la Tierra, lo que las hace particularmente vulnerables a las perturbaciones debido a sus bajas tasas de crecimiento. Algunas especies dependen de estos sustratos para vivir, como ocurre con las especies de corales y esponjas. Los investigadores estiman que el daño causado a la vida silvestre por la minería submarina “probablemente dure para siempre en escalas de tiempo humanas”. Además de causar impactos en los fondos marinos mediante el uso de la maquinaria, también generarán columnas de sedimentos que dañarán distintos hábitats, incluso a kilómetros de distancia. Esta industria también podría provocar una contaminación lumínica y acústica, generando un impacto negativo en los mamíferos marinos como las ballenas, y perturbando a especies que están adaptadas a vivir con niveles muy bajos de luz.
Un hito importante alcanzó el futuro de los vehículos autónomos (AV) en San Francisco, California, al recibir autorización dos operadores para ofrecer viajes de pasajeros pagados las 24 horas, los 7 días de la semana y sin conductor a bordo. Las empresas de robotaxi son Waymo, subsidiaria de Alphabet, y Cruise, que es propiedad de General Motors, según lo reporta un informe de tendencias e insights publicado por Wunderman Thompson, el cual señala que los operadores están delineando planes de expansión. Los pasajeros pueden pedir robotaxis en San Francisco, Phoenix y Austin, aunque los AV se están extendiendo a más de una docena de ciudades, incluidas Seattle, Atlanta, Houston, Miami y Los Ángeles. Entre las empresas que prueban esta tecnología, Zoox, propiedad de Amazon, recientemente extendió las pruebas desde Foster City, California, a Las Vegas, Nevada, preparando un lanzamiento comercial. Las regulaciones no son favorables para este servicio en Europa, pero en China hay varias empresas que han obtenido licencia para hacer pruebas, algo que está haciendo la ya conocida Didi. ¿Una nueva era? La pregunta que se hacen en la agencia es si podrían estos nuevos taxis marcar el comienzo de una nueva era de movilidad autónoma. Para empezar, el camino hacia este futuro autónomo no será sencillo y varios robotaxis han sido saboteados por manifestantes. La oposición se centra principalmente en cuestiones de seguridad. Existen informes que hablan de robotaxis con fallas que han obstaculizado a vehículos de emergencia o que se detienen inesperadamente, provocando atascos de tráfico. Los opositores dicen también que diseñar ciudades para satisfacer las necesidades de los vehículos autónomos las hará menos amigables para las personas, que implican más automóviles en las autopistas y menor inversión en transporte público, lo que no es bueno para el medio ambiente. Y está también en el debate el tema de que la IA desplace a los conductores humanos, quienes pueden brindar a asistencia a pasajeros vulnerables o con necesidades de movilidad. Al final, la confianza En la otra vereda, los partidarios sostienen que los robotaxis son más seguros porque las máquinas conducen de manera más eficiente. Por una parte, no necesitan descansar, tampoco se emborrachan y no se distraen. A ello agregan las estadísticas de personas que mueren en accidentes de tránsito por fallas humanas. Y sostienen también que los vehículos autónomos son más democráticos, pues no rechazarán un viaje porque no les guste el destino o el aspecto del pasajero. Recuerda el informe de WT que Kyle Vogt, director ejecutivo de Cruise, dijo este año a Fortune que un gran cambio en nuestras vidas será “pasar de conducir a ser conducidos”. Pero agrega que, para llegar eso, las empresas necesitarán calmar las crecientes preocupaciones del público en todos sus frentes. En un estudio de YouGov de 2023, el 42% de los encuestados en todo el mundo dijo estar preocupado por los vehículos autónomos. Philip Koopman, profesor de la Universidad Carnegie Mellon y experto en AV, señaló al Washington Post en agosto que “en última instancia, esta industria se basará en la confianza”.
Cada minuto, el equivalente a un camión de basura de plástico se vierte en los mares y océanos del mundo. Esos plásticos pueden afectan la salud de la fauna marina e indirectamente a los seres humanos. Porque los trozos de plásticos pueden ser ingeridos por animales, como los peces, que luego son consumidos por los humanos. Se estima que las cantidades crecientes de plástico ya afectaron a más de 1.200 especies marinas en el mundo. En el mar abierto, los plásticos se van descomponiendo en piezas plásticas más pequeñas y se le suma un efecto químico que puede afectar la salud de la fauna marina e indirectamente a los seres humanos. Los microplásticos son una vía para que los patógenos terrestres lleguen al océano, con probables consecuencias para la salud humana y de la fauna, según un estudio de la Universidad de California en Davis (Estados Unidos). El estudio, publicado en la revista Scientific Reports, es el primero que relaciona los microplásticos del océano con los patógenos terrestres. En él, se constata que los microplásticos pueden facilitar la concentración de patógenos causantes de enfermedades en zonas del océano contaminadas por plásticos. Los patógenos estudiados —Toxoplasma gondii, Cryptosporidium (Crypto) y Giardia— pueden infectar tanto a los humanos como a los animales. La Organización Mundial de la Salud reconoce que son causas subestimadas de enfermedad por el consumo de marisco y que se encuentran en todo el océano. Por lo mismo, distintas empresas desarrollan estrategias para crear productos comprometidos con el cuidado del planeta, la salud de los seres humanos y animales del planeta. Waterlogic, empresa internacional perteneciente al Grupo Culligan, es una de ellas. Con su compromiso de reducir el plástico de un solo uso, desarrolla y comercializa dispensadores conectados a la red de agua, los cuales a través de su sistema de filtración y purificación entregan agua libre de microplásticos y otras sustancias perjudiciales para la salud de las personas. Waterlogic ayuda a mantener los océanos libres de desechos plásticos, donde terminan gran parte de ellos y afectando a la fauna marina. A nivel mundial, cada minuto se compran un millón de botellas de plástico con solo un 9% de reciclaje. Para 2050, se estima que nuestros océanos contendrán más desechos plásticos que peces.
Hemos escuchado hablar miles de veces del calentamiento global, del cambio climático o de los gases de efecto invernadero. Sabemos que estos tres conceptos amenazan la vida en la Tierra tal y como la conocemos. También estamos familiarizados con algunas de las medidas que hay en marcha para conseguir frenar unos y reducir otros. Pero ¿sabemos realmente qué significan? ¿Por qué el CO₂ produce el efecto invernadero y es el culpable del calentamiento global? El planeta se enfrenta a un problema que marcará el futuro de las siguientes generaciones: el calentamiento global. El aumento de la temperatura y el cambio climático que desencadena han sido motivo de alarma desde hace décadas. Sin embargo, ha sido durante estos últimos años cuando han adquirido un matiz protagonista, tanto en los medios de comunicación o en las protestas ciudadanas, como en las medidas promovidas desde las instituciones para atajarlos. Su relevancia no deja de aumentar, precisamente, porque la temperatura sigue creciendo. Se trata de un problema que hay que atajar de raíz. Pero ¿tenemos claro qué lo ha desencadenado? El principal culpable es el CO₂. Son varios los gases implicados en este “crimen”, pero reducir el dióxido de carbono es crucial. La pregunta del millón es: ¿Por qué? ¿Qué hace que este gas sea tan malo para la atmósfera terrestre y para el planeta? Para responder a esta cuestión tenemos que remontarnos hasta mediados del siglo XIX. Por aquel entonces, la ciencia descubre que tanto el CO₂ como otros gases de efecto invernadero tienen la capacidad de acumular y emitir calor. Recordemos que el efecto invernadero es el fenómeno natural que permite a nuestro planeta mantener las condiciones necesarias para albergar la vida. El problema viene cuando la proporción de los gases que lo producen cambia. Un aspecto sobre el que comienzan a investigar durante la década de 1850, cuando establecen que un aumento en la concentración de CO₂ en la atmósfera puede provocar un aumento significativo de la temperatura de la Tierra. Sin embargo, no es hasta finales del siglo XIX cuando un científico calcula qué pasaría si duplicásemos la cantidad de CO₂ en el mundo. El resultado que obtiene es que la temperatura ascendería entre 4 y 6 grados. Actualmente, la temperatura del planeta ya ha aumentado más de 1°C desde la era preindustrial. Para seguir con esta historia tenemos que avanzar en el tiempo hasta 1958, cuando el científico Charles David Keeling coloca una serie de sensores en un volcán de Hawái para medir las variaciones en la concentración de CO₂ en la atmósfera. Lo que descubre es que el CO₂ va subiendo sin parar año tras año. El resultado ya lo conocemos: a medida que el CO₂ ha ido creciendo también lo ha hecho la temperatura global. Y aunque correlación no implica causalidad, en este caso todas las pruebas señalan a este gas como el causante principal del cambio climático. Todavía quedan más preguntas por contestar. Por ejemplo, ¿de dónde viene ese exceso de CO₂? La respuesta sencilla sería que de la quema de los combustibles fósiles. Pero ¿qué relación hay entre el dióxido de carbono y el carbón o el petróleo? Como ya sabemos, los combustibles fósiles tarden miles o millones de años en formarse. Quemando estos materiales, estamos sacando a la luz reservas de carbono que costó millones de años depositar. Es decir, estamos desenterrando CO₂ que pertenece a épocas pasadas. ¿Qué podemos hacer para reducir el CO₂? Primero, lo más importante ¡dejar de emitir! Vamos a tardar siglos en deshacernos de todo lo que hemos emitido en las últimas décadas. Sustituir los combustibles fósiles por fuentes de energía renovables es la medida principal para frenar el calentamiento. También empieza a ser prioritario aprender a intervenir en el ciclo del carbono y acelerar su retirada de la atmósfera. Un asunto que durante mucho tiempo ha sonado a ciencia ficción pero que empieza a estar seriamente encima de la mesa con procedimientos como el secuestro de carbono o la bioenergía con captura y almacenamiento de carbono. Es urgente limitar el calentamiento del planeta a 1,5 °C. Por ahora, medidas como la reducción del consumo energético, la mejora de la eficiencia energética, el apoyo a las energías renovables o la promoción de mecanismos financieros que cambien nuestra manera de producir y consumir son los mejores aliados que tenemos para conseguir la neutralidad en carbono.