Antes de fabricar y poner en circulación el dinero en efectivo, monedas y billetes, es necesario que los bancos centrales de los países, responsables de emitir el dinero, planifiquen medidas para mantener la estabilidad de la oferta monetaria. También existe el dinero bancario, que es creado por los bancos comerciales. Te explicamos cuál es la diferencia y cómo funciona cada uno. ¿Alguna vez has pensado que los problemas económicos de un país se podrían solucionar simplemente fabricando dinero y repartiéndolo entre los ciudadanos? Aunque a primera vista parece una opción muy atractiva, lo cierto es que la economía no funciona de esa manera. Por el contrario, imprimir dinero en efectivo sin atender a una política monetaria podría causar efectos nocivos para el bienestar financiero de la sociedad, empezando por la pronta devaluación de su propia moneda o la inflación. Las únicas entidades facultadas para emitir billetes y monedas, el dinero en efectivo, son los bancos centrales de cada país o de una región en concreto. Lo hacen siguiendo una política monetaria para garantizar la estabilidad de precios y el crecimiento económico. Es decir, dichas instituciones adoptan las decisiones con el fin de ajustar el mercado del dinero para cumplir con los diferentes objetivos económicos. Emitir efectivo para inyectar liquidez a la economía Generalmente, la emisión de nueva moneda busca que la economía tenga liquidez. Incentiva, por ejemplo, aspectos como el consumo o el acceso a financiación que favorece el crecimiento de la industria, el desarrollo económico, la innovación… Se podría decir que, en general, la correcta emisión de dinero está relacionada con la expansión económica. Como recordatorio, algunas de las funciones del dinero son las de servir como moneda de cambio para adquirir bienes o servicios, así como determinar el precio de dichos bienes o servicios en las operaciones comerciales (unidad de cuenta) y como un depósito de valor. En la práctica, las monedas y billetes circulan por el territorio en el que sirven como método de pago (comercios, restaurantes, transporte público…). Es posible que, también, parte del efectivo salga de esas zonas debido a que es utilizado para efectuar pagos en otros lugares o, también, como valor refugio por otros países en los que su dinero está devaluado. Este tipo de circunstancias hace necesario que los bancos centrales deban emitir dinero para asegurarse de que exista un flujo adecuado de monedas y billetes para el correcto funcionamiento de la economía. ¿Qué se tiene en cuenta a la hora de emitir dinero en efectivo? El dinero que circula en la calle es una representación de la riqueza que un país posee. Por eso, cuando un banco central decide que va a imprimir más dinero, antes debe asegurarse de contar con los activos suficientes que respalden el valor de la emisión que va a acometer. Al proceso de consecución de dichos activos se le denomina creación de base monetaria y es el paso imprescindible para que la circulación del nuevo dinero represente la realidad de la economía y esta crezca de una forma saludable. Existen varias opciones para que un banco central aumente su base monetaria, pero las más habituales son la compra de metales preciosos como el oro, el aumento de los créditos que concede al sector público y al sistema bancario, o la inversión en el mercado de deuda, entre otro tipo de adquisición de activos. Cuantos más activos tenga un banco central, mayor será la emisión de dinero que puede respaldar. Pero ¿qué pasa si decide emitir dinero sin aumentar sus activos? En este caso, imaginemos que el banco central posee en sus reservas un kilogramo de oro que está representado por mil euros -o dólares, libras, pesos, etc.- que están en circulación. Es decir, cada euro es respaldado por un gramo de ese oro. En caso de imprimir mil euros adicionales necesitaría también tener un kilogramo más de oro que lo respalde, puesto que, de lo contrario, el dinero en circulación (el nuevo y el viejo) ahora valdría la mitad: 2.000 euros respaldados por los mismos 1.000 gramos de oro es igual a 0.5 gramos por euro. Hablamos de pérdida de valor del dinero o devaluación. Diferencias entre el dinero en efectivo y el dinero bancario Además del efectivo, que en realidad supone una pequeña parte del total del dinero que circula en una economía, existe otro tipo de dinero, el bancario, que es creado por los bancos comerciales. Este segundo tipo de dinero se refiere a las cantidades que los usuarios tienen en los depósitos bancarios y que están disponibles en todo momento, ya sea a través del cajero automático, métodos de pago como la tarjeta bancaria o pagos digitales. Pues bien, los bancos deben conservar reservas, un porcentaje mínimo establecido de la cantidad total de depósitos y cuentas corrientes (se conoce como coeficiente de caja) para hacer frente a las posibles retiradas de fondos. Mientras tanto, el resto del dinero en su activo, lo pueden destinar a ofrecer préstamos o financiación a otros usuarios, aumentando así la cantidad de dinero que interviene en la economía. Veamos un ejemplo para entenderlo de una forma más fácil: Andrés deposita 1.000 euros en su cuenta. El banco, por su parte, reserva 100 euros de coeficiente de caja y los otros 900 se los presta a Daniel, quien a su vez los utiliza para pagar una compra online a través de una transferencia bancaria. En resumen, los 1.000 euros de Andrés dieron paso a un proceso que incluyó tres operaciones diferentes (un depósito, un préstamo y una transferencia) con una única cantidad inicial. Por tanto, la decisión de emitir monedas y billetes nuevos depende de diversos factores. Para lograr la estabilidad de precios, la falta de variaciones importantes en los precios de una economía, la emisión de dinero se realiza de una forma organizada y que esté en armonía con la situación económica de los países o regiones que los ponen en circulación.
La realidad más cruda de un trabajo es dedicar tiempo a conseguir dinero. Y por regla general, una de las ideas más extendidas de nuestra sociedad es que cuanto más dinero tenga una persona, más segura y feliz se encontrará. ¿Pero y si realmente fuera al revés? Precisamente, una investigación publicada hace pocos años por Sage Journals, rompía los esquemas al asegurar que en lugar de “perder tiempo” para conseguir dinero, las personas verdaderamente felices “ gastan dinero ” en conseguir tiempo para sí mismos. Así, para este trabajo los investigadores encuestaron a un grupo de 100.000 adultos trabajadores. Los resultados revelaron que aquellos que estaban dispuestos a renunciar a ganar más dinero a cambio de recuperar tiempo libre, experimentaron “relaciones sociales y carreras más satisfactorias, así como más felicidad”. Además, en líneas generales, los participantes mostraron índices más altos de bienestar. Ashley Whillans, una de las firmantes del estudio e investigadora en la University of British Columbia, sostiene que l as personas que priorizan el tiempo sobre el dinero -por ejemplo, rechazando un ascenso que requiera más tiempo- tienen una mejor calidad de vida. Por eso, Whillans habla de la “riqueza del tiempo”, es decir, el ‘lujo’ de tener tiempo suficiente para hacer las cosas que uno quiere. Al respecto, ella y su equipo analizaron datos del Instituto Gallup y observaron un patrón claro: las personas que tienen tiempo suficiente son más felices, están menos deprimidas, experimentan más alegría, hacen más ejercicio, comen mejor, son más productivas y tienen menos probabilidades de divorciarse. Sin embargo, lo que perjudica a nuestro bienestar no solo es la infravaloración del presente, sino también del tiempo que nos queda. “ Creemos que tendremos más tiempo en el futuro que en el momento presente, y por tanto, no contamos con él”, afirmó Whillans en declaraciones a la revista Forbes. Al mismo tiempo, agrega: “Curiosamente, la importancia que le damos a tener 100 [dólares/euros] es bastante constante independientemente de si pensamos en ello hoy, mañana o la semana que viene. Pero respecto a nuestro tiempo de vida infravaloramos frecuentemente el valor de nuestro futuro ”. “Merece la pena señalar que las personas que tienen dificultades para llegar a fin de mes o se sienten inseguras sobre su futuro económico suelen sentirse más felices cuando se deciden por el dinero antes que por el tiempo”, puntualiza Whillens. “Pero la mayoría de nosotros, que tenemos más o menos dinero para gastar, quizá debamos replantearnos nuestras prioridades ”, subraya la investigadora. Además, explica que es fácil equivocarse porque, en nuestra cultura, el dinero es un símbolo de poder. “El dinero es señal de éxito, estatus y aprobación social”, agrega. Por el contrario, “tener más tiempo indica que se prefiere ser sociable a trabajar, pero también puede ser señal de pereza e incompetencia (o al menos eso es lo que la mayoría de nosotros creemos erróneamente)”, según su argumento. Whillens añade que en realidad no es culpa nuestra dar prioridad al dinero. “En Estados Unidos, la gente cree que estar ocupado indica un estatus superior. Y sentirse importante es una poderosa motivación”, afirma. Sin embargo, según Whillens, cuando se trata del propio bienestar general, “quizá sea el momento de replantearse lo que un alto potencial de ingresos puede hacer por nosotros de forma realista”. En opinión de esta científica, si una persona utiliza el éxito para asegurar el tiempo y los medios necesarios para dedicarse a otros aspectos de la vida fuera del trabajo, es probable que se beneficie. Pero “trabajar para ganar dinero -especialmente a cambio de sacrificar horas de vida- ha demostrado no ser el enfoque más sabio ni el más eficaz”, concluye la investigadora. Tiempo, éxito y felicidad Cabe mencionar que algunas investigaciones han sugerido que hay un punto óptimo en la cantidad de dinero que uno necesita para satisfacer sus necesidades básicas y tener un nivel razonable de comodidad. Pero más allá de eso, algunos expertos consideran que el aumento de ingresos no tiene tanto impacto en la felicidad. En cambio, disponer de más tiempo libre, o al menos la percepción de tenerlo, puede contribuir positivamente a la felicidad. La falta de tiempo, especialmente cuando está asociada con el estrés y la sensación de estar abrumado, puede afectar negativamente al bienestar emocional. Las personas que sienten que tienen poco tiempo para disfrutar de la vida pueden experimentar niveles más bajos de satisfacción y felicidad. Ahora bien, la relación entre el tiempo, el dinero y la felicidad puede variar según la personalidad, las metas individuales y las preferencias personales. La falta de recursos económicos también puede ser un factor de estrés significativo y afectar negativamente al estado de ánimo. Lo cierto es que algunos estudios coinciden en señalar, además, que las personas tienden a obtener más felicidad de las experiencias que de la adquisición de bienes materiales. Por ejemplo, gastar dinero en actividades, viajes o tiempo con seres queridos puede tener mejores beneficios para el bienestar emocional en comparación con la acumulación de elementos materiales.
Antes de fabricar y poner en circulación el dinero en efectivo, monedas y billetes, es necesario que los bancos centrales de los países, responsables de emitir el dinero, planifiquen medidas para mantener la estabilidad de la oferta monetaria. También existe el dinero bancario, que es creado por los bancos comerciales. Te explicamos cuál es la diferencia y cómo funciona cada uno. ¿Alguna vez has pensado que los problemas económicos de un país se podrían solucionar simplemente fabricando dinero y repartiéndolo entre los ciudadanos? Aunque a primera vista parece una opción muy atractiva, lo cierto es que la economía no funciona de esa manera. Por el contrario, imprimir dinero en efectivo sin atender a una política monetaria podría causar efectos nocivos para el bienestar financiero de la sociedad, empezando por la pronta devaluación de su propia moneda o la inflación. Las únicas entidades facultadas para emitir billetes y monedas, el dinero en efectivo, son los bancos centrales de cada país o de una región en concreto. Lo hacen siguiendo una política monetaria para garantizar la estabilidad de precios y el crecimiento económico. Es decir, dichas instituciones adoptan las decisiones con el fin de ajustar el mercado del dinero para cumplir con los diferentes objetivos económicos. Emitir efectivo para inyectar liquidez a la economía Generalmente, la emisión de nueva moneda busca que la economía tenga liquidez. Incentiva, por ejemplo, aspectos como el consumo o el acceso a financiación que favorece el crecimiento de la industria, el desarrollo económico, la innovación… Se podría decir que, en general, la correcta emisión de dinero está relacionada con la expansión económica. Como recordatorio, algunas de las funciones del dinero son las de servir como moneda de cambio para adquirir bienes o servicios, así como determinar el precio de dichos bienes o servicios en las operaciones comerciales (unidad de cuenta) y como un depósito de valor. En la práctica, las monedas y billetes circulan por el territorio en el que sirven como método de pago (comercios, restaurantes, transporte público…). Es posible que, también, parte del efectivo salga de esas zonas debido a que es utilizado para efectuar pagos en otros lugares o, también, como valor refugio por otros países en los que su dinero está devaluado. Este tipo de circunstancias hace necesario que los bancos centrales deban emitir dinero para asegurarse de que exista un flujo adecuado de monedas y billetes para el correcto funcionamiento de la economía. ¿Qué se tiene en cuenta a la hora de emitir dinero en efectivo? El dinero que circula en la calle es una representación de la riqueza que un país posee. Por eso, cuando un banco central decide que va a imprimir más dinero, antes debe asegurarse de contar con los activos suficientes que respalden el valor de la emisión que va a acometer. Al proceso de consecución de dichos activos se le denomina creación de base monetaria y es el paso imprescindible para que la circulación del nuevo dinero represente la realidad de la economía y esta crezca de una forma saludable. Existen varias opciones para que un banco central aumente su base monetaria, pero las más habituales son la compra de metales preciosos como el oro, el aumento de los créditos que concede al sector público y al sistema bancario, o la inversión en el mercado de deuda, entre otro tipo de adquisición de activos. Cuantos más activos tenga un banco central, mayor será la emisión de dinero que puede respaldar. Pero ¿qué pasa si decide emitir dinero sin aumentar sus activos? En este caso, imaginemos que el banco central posee en sus reservas un kilogramo de oro que está representado por mil euros -o dólares, libras, pesos, etc.- que están en circulación. Es decir, cada euro es respaldado por un gramo de ese oro. En caso de imprimir mil euros adicionales necesitaría también tener un kilogramo más de oro que lo respalde, puesto que, de lo contrario, el dinero en circulación (el nuevo y el viejo) ahora valdría la mitad: 2.000 euros respaldados por los mismos 1.000 gramos de oro es igual a 0.5 gramos por euro. Hablamos de pérdida de valor del dinero o devaluación. Diferencias entre el dinero en efectivo y el dinero bancario Además del efectivo, que en realidad supone una pequeña parte del total del dinero que circula en una economía, existe otro tipo de dinero, el bancario, que es creado por los bancos comerciales. Este segundo tipo de dinero se refiere a las cantidades que los usuarios tienen en los depósitos bancarios y que están disponibles en todo momento, ya sea a través del cajero automático, métodos de pago como la tarjeta bancaria o pagos digitales. Pues bien, los bancos deben conservar reservas, un porcentaje mínimo establecido de la cantidad total de depósitos y cuentas corrientes (se conoce como coeficiente de caja) para hacer frente a las posibles retiradas de fondos. Mientras tanto, el resto del dinero en su activo, lo pueden destinar a ofrecer préstamos o financiación a otros usuarios, aumentando así la cantidad de dinero que interviene en la economía. Veamos un ejemplo para entenderlo de una forma más fácil: Andrés deposita 1.000 euros en su cuenta. El banco, por su parte, reserva 100 euros de coeficiente de caja y los otros 900 se los presta a Daniel, quien a su vez los utiliza para pagar una compra online a través de una transferencia bancaria. En resumen, los 1.000 euros de Andrés dieron paso a un proceso que incluyó tres operaciones diferentes (un depósito, un préstamo y una transferencia) con una única cantidad inicial. Por tanto, la decisión de emitir monedas y billetes nuevos depende de diversos factores. Para lograr la estabilidad de precios, la falta de variaciones importantes en los precios de una economía, la emisión de dinero se realiza de una forma organizada y que esté en armonía con la situación económica de los países o regiones que los ponen en circulación.
La realidad más cruda de un trabajo es dedicar tiempo a conseguir dinero. Y por regla general, una de las ideas más extendidas de nuestra sociedad es que cuanto más dinero tenga una persona, más segura y feliz se encontrará. ¿Pero y si realmente fuera al revés? Precisamente, una investigación publicada hace pocos años por Sage Journals, rompía los esquemas al asegurar que en lugar de “perder tiempo” para conseguir dinero, las personas verdaderamente felices “ gastan dinero ” en conseguir tiempo para sí mismos. Así, para este trabajo los investigadores encuestaron a un grupo de 100.000 adultos trabajadores. Los resultados revelaron que aquellos que estaban dispuestos a renunciar a ganar más dinero a cambio de recuperar tiempo libre, experimentaron “relaciones sociales y carreras más satisfactorias, así como más felicidad”. Además, en líneas generales, los participantes mostraron índices más altos de bienestar. Ashley Whillans, una de las firmantes del estudio e investigadora en la University of British Columbia, sostiene que l as personas que priorizan el tiempo sobre el dinero -por ejemplo, rechazando un ascenso que requiera más tiempo- tienen una mejor calidad de vida. Por eso, Whillans habla de la “riqueza del tiempo”, es decir, el ‘lujo’ de tener tiempo suficiente para hacer las cosas que uno quiere. Al respecto, ella y su equipo analizaron datos del Instituto Gallup y observaron un patrón claro: las personas que tienen tiempo suficiente son más felices, están menos deprimidas, experimentan más alegría, hacen más ejercicio, comen mejor, son más productivas y tienen menos probabilidades de divorciarse. Sin embargo, lo que perjudica a nuestro bienestar no solo es la infravaloración del presente, sino también del tiempo que nos queda. “ Creemos que tendremos más tiempo en el futuro que en el momento presente, y por tanto, no contamos con él”, afirmó Whillans en declaraciones a la revista Forbes. Al mismo tiempo, agrega: “Curiosamente, la importancia que le damos a tener 100 [dólares/euros] es bastante constante independientemente de si pensamos en ello hoy, mañana o la semana que viene. Pero respecto a nuestro tiempo de vida infravaloramos frecuentemente el valor de nuestro futuro ”. “Merece la pena señalar que las personas que tienen dificultades para llegar a fin de mes o se sienten inseguras sobre su futuro económico suelen sentirse más felices cuando se deciden por el dinero antes que por el tiempo”, puntualiza Whillens. “Pero la mayoría de nosotros, que tenemos más o menos dinero para gastar, quizá debamos replantearnos nuestras prioridades ”, subraya la investigadora. Además, explica que es fácil equivocarse porque, en nuestra cultura, el dinero es un símbolo de poder. “El dinero es señal de éxito, estatus y aprobación social”, agrega. Por el contrario, “tener más tiempo indica que se prefiere ser sociable a trabajar, pero también puede ser señal de pereza e incompetencia (o al menos eso es lo que la mayoría de nosotros creemos erróneamente)”, según su argumento. Whillens añade que en realidad no es culpa nuestra dar prioridad al dinero. “En Estados Unidos, la gente cree que estar ocupado indica un estatus superior. Y sentirse importante es una poderosa motivación”, afirma. Sin embargo, según Whillens, cuando se trata del propio bienestar general, “quizá sea el momento de replantearse lo que un alto potencial de ingresos puede hacer por nosotros de forma realista”. En opinión de esta científica, si una persona utiliza el éxito para asegurar el tiempo y los medios necesarios para dedicarse a otros aspectos de la vida fuera del trabajo, es probable que se beneficie. Pero “trabajar para ganar dinero -especialmente a cambio de sacrificar horas de vida- ha demostrado no ser el enfoque más sabio ni el más eficaz”, concluye la investigadora. Tiempo, éxito y felicidad Cabe mencionar que algunas investigaciones han sugerido que hay un punto óptimo en la cantidad de dinero que uno necesita para satisfacer sus necesidades básicas y tener un nivel razonable de comodidad. Pero más allá de eso, algunos expertos consideran que el aumento de ingresos no tiene tanto impacto en la felicidad. En cambio, disponer de más tiempo libre, o al menos la percepción de tenerlo, puede contribuir positivamente a la felicidad. La falta de tiempo, especialmente cuando está asociada con el estrés y la sensación de estar abrumado, puede afectar negativamente al bienestar emocional. Las personas que sienten que tienen poco tiempo para disfrutar de la vida pueden experimentar niveles más bajos de satisfacción y felicidad. Ahora bien, la relación entre el tiempo, el dinero y la felicidad puede variar según la personalidad, las metas individuales y las preferencias personales. La falta de recursos económicos también puede ser un factor de estrés significativo y afectar negativamente al estado de ánimo. Lo cierto es que algunos estudios coinciden en señalar, además, que las personas tienden a obtener más felicidad de las experiencias que de la adquisición de bienes materiales. Por ejemplo, gastar dinero en actividades, viajes o tiempo con seres queridos puede tener mejores beneficios para el bienestar emocional en comparación con la acumulación de elementos materiales.